Si has leído algo sobre cómo hacer compost, seguramente sabrás que consiste en apilar gran cantidad de resíduos orgánicos (restos de poda, césped cortado, madera triturada, etc) bien mezclados y esperar a que se produzca su descomposición, removiendo de vez en cuando la pila para favorecer el proceso (dicho en muy pocas palabras).
El proceso químico (o bioquímico, no sé cual sería el término correcto) que se pone en marcha hace que la pila suba hasta los 60 ºC de temperatura (aproximadamente) y se descomponga rápidamente. Es importante distinguir entre descomposición y putrefacción. Son dos procesos diferentes, que se dan en distintas condiciones. La diferencia más importante es la presencia o no de oxígeno, por eso es importante remover de vez en cuando la pila de compost, para que tenga oxígeno y evitar que se pudra y genere malos olores.
El problema que tenemos la mayoría es que, en primer lugar, nos falta espacio en el jardín para poner una compostera grande, para continuar, no tenemos manera de reunir de una sóla vez la cantidad de restos vegetales que hacen falta para llenar la compostera, y para rematar, el proyecto no cuenta ni de lejos con el apoyo de nuestra pareja, que ve venir con temor que aquello se va convertir en un nido de problemas.
Y no son del todo infundados esos temores. Lo malo una compostera grande es que si te limitas a ir echando ahí restos de poda, restos vegetales de la cocina, etc, pero poquito a poco, según vas generando esos residuos y no la llenas del todo de una sola tacada empiezas a tener problemas. La reacción que da lugar a la formación de compost no arrancará, y entonces sí que aquello, en lugar de ser una pila de materia vegetal en descomposición a alta temperatura, será un simple montón de basura vegetal plagada de mosquitas minúsculas, y no será raro que reciba la visita incluso de algún ratón.
Eso fue precisamente lo que me encontré debajo de mi compostera cuando decidí deshacerme definitivamente de ella. Tenía una rejilla de plástico en la base, pero se había descolocado un poco al poner la compostera sobre un trozo de suelo irregular (error). Cuando quité la compostera ví que debajo de ella había una familia de ratones viviendo en un hueco no más grande que un puño, protegidos por la dichosa rejilla, que les servía de forjado para su techo formado por una montaña de comida.
Versión light
Como supongo que ya se te ha quitado de la cabeza la idea de poner una compostera en tu jardín, te propongo una versión mucho más simplificada y cómoda del tema que he llevado a la práctica con un éxito rotundo.Consiste en comprar un cubo de basura de pequeño tamaño, como una papelera grande pero con tapa (importante este detalle) que pueda fijarse al cubo para que el viento no se la lleve. Haces una docena de agujeros en la base el cubo, no muy grandes, con que entre un dedo ya sobra, y también tres o cuatro agujeritos en la tapa, éstos pueden ser más pequeños. Luego coges el cubo y lo pones en el suelo del huerto, si puede ser en el centro mejor, de manera que quede un poco enterrado (unos 10 cm como mucho).
Ya tienes un sitio donde las lombrices pueden entrar y salir a comer restos vegetales semi-descompuestos y donde es cómodo tirar restos de la cocina y restos del huerto sin que queden a la vista y hagan que tu jardín parezca un vertedero. Recuerda: sólo restos vegetales crudos y nunca restos de plantas del huerto con plagas.
Al principio llenarás el cubo y no ocurrirá nada, pero cuando se corra la voz por el mundo subterráneo de que en tu huerto hay semejante banquete y las lombrices lleguen para ponerse las botas, te parecerá que el cubito es como el bolso de Mary Poppins. Irás echando restos y desaparecerán como por arte de magia.
Si tu huerto es grande es posible que quieras poner un segundo cubo o incluso más, pero también tienes que tener en cuenta el volumen de restos que produces sumando los restos del huerto y tu cocina. Como he dicho antes, al principio te sobrará, luego te sorprenderá la capacidad devoradora de las lombrices.
Te recomiendo que pongas esta idea en práctica cuando tu huerto ya lleve unos meses en funcionamiento, y mejor que no sea en el momento de más calor, cuando las lombrices escasean (no estoy seguro de si se mueren muchas con el calor o si se refugian en lo más profundo del subsuelo).
Con el tiempo es casi seguro que el cubo se haya llenado de humus de lombriz, ya que las lombrices no suelen comer en el cubo y luego tomarse la molestia de ir a depositar sus caquitas donde a tí te conviene. En ese caso puedes vaciar el contenido del cubo, enterrarlo en algún hueco del huerto (o repartirlo, mejor) y volver a poner el cubo donde estaba.
Lombrices
Te habrás percatado sin la menor dificultad de que la presencia de lombrices en tu huerto es más que bienvenida y no sólo eso sino que es un requisito indispensable para la buena salud de la tierra.Efectivamente, las lombrices se alimentan de materia vegetal muerta y sus excrementos contienen nutrientes en una forma mucho más asimilable por las plantas que los restos originales que se comieron. O sea, que son una fábrica de nutrientes ambulante. Es muy posible que hayas oído o leído que el humus (caca) de lombriz es el mejor abono para el suelo, pero es que no sólo se trata del humus que van repartiendo por todo el huerto, sino de las galerías que van abriendo a su paso, por donde circula el agua y el oxígeno a las mil maravillas.
¿Ves? un buen motivo para no labrar nunca la tierra, puesto que destrozarás toda esa red de distribución de agua y oxígeno que han construido las lombrices. Así que en lugar de labrar y arar el suelo destrozando el trabajo de estas mini-tuneladoras fabricantes y distribuidoras de nutrientes, dedícate a darles todo el alimento que puedas, que es para lo que sirve la idea del cubito que he explicado antes.
Si tienes un huerto con un suelo bien nutrido las lombrices aparecerán, no necesitas ponerlas. Pasa lo mismo con los bichos bola, las hormigas, las mariquitas etc, etc. Pero si tu huerto está en un ambiente muy urbano, lejos de ningún otro jardín o zona verde, quizá sea buena idea comprar unas cuantas lombrices y ponerlas en el suelo.
Si lo haces así, es tan sencillo como poner las lombrices encima del suelo y dejarles caer tierra encima hasta taparlas (la exposición al sol las acaba matando) y dejarlas campar a sus anchas.
Ahora bien, al igual que he dicho que si el suelo tiene comida abundante las lombrices acabarán por aparecer, no creas que por añadir lombrices convertirás un suelo pobre en un vergel porque no va a ocurrir. Si las lombrices que acabas de comprar con tu dinero ganado con el sudor de tu frente no encuentran en tu huerto la comida que necesitan, sencillamente se irán o se morirán, y habrás tirado el dinero.
Una buena idea si quieres añadir de golpe un montón de lombrices sería hacerlo un par de semanas después de haber llenado el cubo de los restos, y poner las lombrices cerca de éste. Si ni haciendo eso son capaces de encontrar comida es que has comprado las lombrices más estúpidas de la Tierra y ahí tú ya no puedes hacer nada.