Llenamos con sustrato de cultivo el recipiente elegido como semillero hasta la mitad de su capacidad, en este caso he reciclado un envase de flan (de vainilla para ser más exactos), colocamos dos semillas de tomate para asegurarnos de que por lo menos una germine, las cubrimos ligeramente con un poco de sustrato y presionamos con suavidad para que no queden bolsas de aire, colocamos el semillero en un lugar cálido y procuramos que esté siempre húmedo, no se os olvide hacerle los agujeros de drenaje.
En el caso de que las dos semillas germinen nos quedamos con la más fuerte cortando la otra, yo prefiero cortarla a arrancarla para no dañar la que nos quedamos en el caso de que estén muy juntas.
Dejamos crecer la plántula hasta que sobrepase la altura del envase y le empiecen a salir las hojas verdaderas.
Terminamos de llenar el envase con sustrato procurando que la tomatera quede recta, la parte de tallo que acabamos de cubrir desarrollará también raíces consiguiendo de esta manera un buen arraigo.
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