Algunas especies vegetales para poder sobrevivir han tenido que adaptarse y convertirse en ‘plantas carnívoras'. Este hecho es provocado por la falta de nitrógeno en el suelo y da lugar a que las plantas se alimenten de animales, para obtener proteínas. Estas plantas son propias de zonas pantanosas y turbosas, donde se produce esta carencia en la tierra.
El proceso de las plantas carnívoras es simple: los pequeños animales quedan atrapados o ‘pegados’ en la planta, la cual segrega unas enzimas que descomponen ‘la carne’ y desechan los huesos. Son un claro ejemplo de evolución y de superación. Se nutren de seres vivos pequeños como crustáceos, diminutos mamíferos e insectos.
En la actualidad existen 500 especies de plantas carnívoras, pero la clasificación más típica se hace en función de su método de ‘caza’: las pinzas, los pelos pegajosos, las trompetas, las urnas con tapa y las vejigas por succión.
Métodos de captura
Una de las especies más comunes, la drosera, emplea sus pelos como papel matamoscas: la sustancia que tienen en las puntas parecen gotas de rocío, pero los curiosos quedan atrapados en ellas. Este es el método de la sarracenia.
La bisagra o pinzas es otra forma de ataque que emplean la dionaea y la aldrovanda. El néctar dulce de la planta es el cebo para los insectos. Cuando se posan para beberlo, los cilios los detectan y los atrapan mediante el cepo que conforman las hojas.
La urna con tapa, o fosa, es un sistema similar: tientan a sus víctimas con su líquido. La forma de la planta es ovalada y las paredes resbaladizas, por lo que el ‘alimento’ cae al fondo donde las enzimas lo descomponen. Esto lo hacen las nepenthes y cephalotus.
Las carnívoras acuáticas usan una vejiga de succión. Cuando las presas rozan los pelos que hay en sus bordes, reaccionan, se hinchan y aspiran a las víctimas.
Las plantas son capaces de moverse
Esta es una curiosa peculiaridad que no poseen todos estos feroces vegetales. Sólo las tienen las que en sus capturas se comportan de un modo activo. Mientras las pasivas atraen a los insectos por su néctar o su colorido, las otras se mueven rápidamente para hacerse con la comida.
El movimiento no se basa en músculos, ya que carecen de ellos, sino que lo hacen por alteraciones de la tensión del organismo o celulares. La Venus atrapamoscas, que usa el sistema del cepo, se cierra por cambios en la presión del agua interna cuando los pelos captan la presencia de merodeadores.
Otra opción que emplean las droseras es el crecimiento celular: los filamentos-trampa crecen por un lado y, por el otro, se encogen para encerrar al insecto.
Carnívoras en tu casa: cómo cuidarlas
Aunque las condiciones sean diferentes según la familia a la que pertenezca, ante todo se
deben reproducir las condiciones de su hábitat natural. Lo normal será que necesiten la luz del sol, especialmente en las horas de menor intensidad.
La mayoría de ellas, requieren un ambiente húmedo, pues suelen ser tropicales. Por ello, habrá que regarlas con frecuencia, pero con agua destilada desionizada o agua de lluvia. El aire debe ser renovado, ya que son propensas a la aparición de hongos. Soportan mejor las temperaturas cálidas, pero en caso de intenso frío, hay especies que hibernan como la sarracenia.
La tierra debe ser una mezcla de sustrato de turba o fibra de coco con arena ácida, de proporción de tres a uno. Lo mejor es colocarlas en el alfeizar de una ventana orientadas hacia el sur y hay algunas otras que pueden vivir en terrarios como las nepenthes.
De esta manera, las plantas carnívoras pueden ser ejemplares únicos y exóticos en el jardín o balcón, que además, se desharán de los inquilinos indeseados y cautivarán a dueños y visitas.