No sólo no crece mucho sino que además es una especie que no nos obligará a complicarnos mucho con sus cuidados, de modo que si queremos añadir una auténtica joya a nuestra colección esta tiene que ser una de las afortunadas.
Euphorbia ritchiei es el nombre científico de una planta crasa nativa de Kenia que fue descrita por Peter René Oscar Bally y publicado en Taxon en el 2006. Crece de manera natural en las empinadas laderas pedregosas, en las pendientes de un cráter volcánico, entre rocas de lava y en los pastizales de las laderas rocosas.
Se caracteriza por tener tallos suculentos, erectos, decumbentes o rizomatosos que alcanzan los 40 centímetros de largo y cuyo grosor de unos 1,5 a 3cm. Por lo general, no tienen hojas, pero éstas pueden brotar si las condiciones de luz y agua son las adecuadas.
Si hablamos de sus cuidados, podemos afirmar sin ningún atisbo de duda de que estamos ante una planta apta para principiantes. De hecho, sólo hay que tener presente que se debe de colocar en un rincón luminoso a resguardo de las temperaturas bajas pues no resiste el frío.
Para evitar problemas con el exceso de agua, hay que regarla una o dos veces por semana, y utilizar un sustrato que facilite el drenaje como puede ser el pómice, la arena de río previamente lavada con agua, o la akadama. En el caso de vivir en una zona donde suele llover con regularidad o helar se puede aprovechar y tener como planta de interior.