Importancia de las plantas para la vida




LAS PLANTAS

Importancia ecológica

La plantas nos proporcionan alimentos, medicinas, madera, combustible y fibras. Además, brindan cobijo a multitud de otros seres vivos, producen el oxígeno que respiramos, mantienen el suelo, regulan la humedad y contribuyen a la estabilidad del clima.
Las plantas verdes pueblan toda la Tierra. Son los únicos seres vivos capaces de captar la energía del sol para fabricar materia orgánica y liberar oxígeno. Por esta razón, son indispensables para la vida de otros organismos.
Existe una inmensa variedad de plantas, algunas muy simples, otras muy evolucionadas. Forman parte de todos los ecosistemas y se han adaptado a diversos climas y condiciones del suelo. Algunas pueden vivir en sitios muy secos, otras necesitan agua abundante.
La mitad de los alimentos que consume la humanidad procede de sólo tres especies de plantas: el trigo, el arroz y el maíz.
Más del 40% de las medicinas derivan de las plantas. Algunas se utilizan directamente, como las hierbas tradicionales. Otras se originan en el mundo vegetal, pero sufren complicados procesos de transformación.

Las necesidades de las plantas

Las plantas superiores tienen diferentes tejidos que integran la raíz, el tallo y las hojas.
Otros vegetales más simples están formados por un sólo tejido, como las algas y hongos. En ellos no se distinguen raíz, tallo ni hojas.
La raíz tiene pelos absorbentes que la planta utiliza para tomar agua y sales minerales. Las sales minerales sólo pueden ser utilizadas si están disueltas en agua. Esta solución, muy diluida, se llama savia cruda o bruta. Contiene sólo un gramo de sales minerales cada cuatro o cinco litros de agua. El agua asciende a través de los vasos, repartiéndose por las hojas, flores y frutos.
El exceso de agua que ha servido para transportar las sales es evaporado y expulsado con la transpiración vegetal. La transpiración es la salida de vapor de agua por unos poros llamados estomas, situados en las hojas.
La cantidad de agua que expulsa una planta por transpiración varía mucho de unas a otras. Depende de la especie, tamaño, agua disponible y de las condiciones climáticas. Las plantas de hojas anchas y finas como la lechuga, evaporan mucha más agua que las de hojas estrechas y con una gruesa cutícula (pino, tuna).
Un sauce, álamo o eucalipto de gran tamaño puede transpirar cientos de litros de agua al día, colaborando en secar los suelos húmedos en exceso. El vapor origina un ambiente fresco y húmedo alrededor de las plantas y puede volver a condensarse y caer.

¿Como se alimentan?

Los seres vivos intercambian continuamente materia y energía con el ambiente que los rodea. Este intercambio constituye la nutrición.
En el interior de las células vegetales y animales se desarrollan reacciones químicas que transforman los alimentos. Esta reacciones tiene dos finalidades:

convertir los nutrientes en sustancia orgánica para su crecimiento.

desintegrarlos para liberar la energía que el organismo necesita, eliminando los productos que resultan de esta desintegración.
Son indispensables en el proceso de nutrición: el agua, los alimentos propiamente dichos (orgánicos y sales minerales), el oxígeno (en plantas y animales), el dióxido de carbono (en las plantas con clorofila) y la energía luminosa o química.
Las plantas verdes son los únicos seres vivos capaces de formar materia orgánica a partir de materia mineral. Este proceso, llamado fotosíntesis, las distingue de los animales y de otros vegetales que carecen de clorofila.
La fotosíntesis del carbono se realiza a partir del agua y el dióxido de carbono presente en el aire. Se obtiene almidón, azúcar y otras sustancias orgánicas y se desprende oxígeno.
Interviene la energía que proviene de la luz del sol. Las plantas captan esta energía luminosa con la clorofila, que es la sustancia que da el color verde a las hojas.
Las sustancias orgánicas que se elaboran en el proceso de fotosíntesis están destinada a:

almacenarse en la propia célula clorofílica en forma de almidón.

transportarse para la nutrición y crecimiento de otros tejidos de la planta, como la raíz.

almacenarse en bulbos, tubérculos, rizomas, frutos, semillas. Pueden conservarse en forma de hidratos de carbono: como azúcares (remolacha, caña de azúcar) o almidón (papas, trigo, legumbres). Pero también pueden transformarse en grasas que se almacenan en ciertos frutos y semillas (aceitunas, soja, girasol, maní).
En climas templados o mediterráneos, durante la verano y el otoño las sustancias orgánicas elaboradas descienden hacia los órganos de almacenamiento subterráneo (tubérculos, rizomas, raíces, bulbos). En aquellos climas en los que se alternan épocas de sequía y de lluvias, es al final de este último período cuando se produce el almacenamiento de las reservas.
Al comienzo de la primavera o cuando regresan las lluvias, los productos almacenados se movilizan y ascienden por los vasos para iniciar el nuevo ciclo de la planta.
El crecimiento de una planta se produce por dos razones. En primer lugar, por el aumento del número de células. A continuación, porque las células recién formadas crecen hasta adquirir el tamaño definitivo.

Respiración

Todos lo seres vivos, tanto animales como vegetales, respiran. La respiración tienen como finalidad liberar energía para ser utilizada por los organismos. Es una reacción que oxida un compuesto rico en energía, obteniendo productos pobres en ella (dióxido de carbono y agua).

La fermentación es una forma de respiración que libera una menor cantidad de energía, debido a que la oxidación no es completa. En las fermentaciones no es necesaria la presencia del oxígeno. La putrefacción es la fermentación de las proteínas.
La fermentación es producida por varias bacterias y levaduras y tiene gran importancia en la fabricación de cerveza, vino, queso y yogur.
El intercambio de gases para la respiración de las plantas se realiza por los estomas, que son poros situados en las hojas y tallos jóvenes. En la raíz, la entrada y salida de gases se efectúa por los pelos absorbentes.
Todas las partes y tejidos vivos de las plantas respiran, pero la intensidad de la respiración aumenta en las zonas de mayor vitalidad. Por ejemplo, en las semillas durante la germinación y en las flores.
La respiración y la fotosíntesis son dos procesos biológicos completamente independientes. Sin embargo, desde el punto de vista del intercambio de gases y de la energía, son inversos y complementarios.
En efecto: la fotosíntesis, a partir del dióxido de carbono y el agua, y usando energía, produce sustancia orgánica y oxígeno.

dióxido de carbono + agua + energía = sustancia orgánica y oxígeno

Inversamente, la respiración usa la sustancia orgánica y el oxígeno para producir dióxido de carbono, agua y energía.

sustancia orgánica + oxígeno = dióxido de carbono + agua + energía

Durante el día, la fotosíntesis es más intensa que la respiración. Por eso, las plantas producen más oxígeno que el que consumen y toman del aire más dióxido de carbono que el que producen. El oxígeno producido es utilizado por los animales para respirar. Estos devuelven dióxido de carbono, que es reciclado nuevamente por las plantas.
Durante la noche, como no hay luz solar, no hay fotosíntesis y las plantas sólo respiran.

Reproducción de las plantas

Algunas plantas se reproducen a través de sus flores, frutos y semillas. Además pueden tener diversos procedimientos de multiplicación vegetativa. Procedimientos que son naturales en el caso de los tubérculos, rizomas y bulbos o ayudados por la intervención humana, como los esquejes e injertos.
Otros vegetales carecen de flores y, por lo tanto, no pueden tener frutos ni semillas. Se reproducen por esporas, como los helechos, algas y hongos.
El primer paso de la reproducción floral es la polinización. Polinización es el transporte del grano de polen hacia el pistilo, donde queda adherido por un líquido pegajoso.
La polinización puede ser directa, cuando al pistilo de una flor llega el polen producido por la propia flor.
Mucho más frecuente es la polinización cruzada, que se produce cuando a una flor arriba el polen procedente de otra. El transporte del polen lo realizan el viento o los animales (generalmente insectos)
Las flores polinizadas por los insectos se caracterizan por tener colores y perfumes llamativos, que sirven para atraerlos. Cuando el insecto pasa de una flor a otra flor, transporta sin darse cuenta el polen en sus alas y antenas.
Las flores fecundadas por acción del viento son menos vistosas. Los granos de polen suelen tener dispositivos que favorecen el arrastre por el viento. Pinos, cereales, alisos y nogales son fecundados de esta manera.
Una vez producidas las semillas o los frutos que contienen esas semillas, deben ser diseminados. Es decir, es necesario que se extiendan, colonizando la mayor superficie de terreno que sea posible.
La diseminación puede realizase con medios de la propia planta o con la ayuda de animales.
Ciertos frutos se abren espontáneamente al llegar a su madurez para dejar salir sus semillas (frijoles). Otros no se abren y caen enteros, como los carnosos (frutales, tomate) y algunos secos (girasol, trigo, maíz).
Los frutos del cardo tienen una serie de pelitos plumosos que ayudan a que sean arrastrados por el viento a larga distancia. Otros frutos están provistos de una pequeña lámina que actúa como un ala y vuelan con el viento.
Las semillas también pueden ser diseminadas por animales. Algunas están contenidas en frutos carnosos, con sustancias nutritivas y sabrosas (uva, tomates, aceitunas, manzanas). Estas sustancias no son necesarias para la germinación de las semillas y están destinadas a atraer a los animales para que las coman. Cuando aves y mamíferos se alimentan con el fruto, se tragan las semillas. Estas atraviesan el tubo digestivo sin sufrir daño y son depositadas en el suelo con los excrementos.
Cuando un pájaro picotea un fruto, algunas semillas caen directamente al suelo. Semillas de pequeño tamaño son transportadas en el barro adherido a las patas de los animales. Otras tienen una serie de ganchitos y se enredan en el pelo y la lana de los animales o en la ropa de las personas.
No todas las semillas transportadas van a parar a un lugar apto para germinar. La mayoría caerá en terreno inadecuado, o será comida y destruida por diversos animales, como aves, ratones, hormigas.
Una mínima parte tendrá ocasión de producir una nueva planta. Para compensar esta pérdida, el número de semillas producidas en la naturaleza es mucho mayor que el número de plantas que podrían sobrevivir dentro de su ecosistema.
Para que una semilla salga de su estado de vida latente y empiece a crecer hasta convertirse en un planta, tienen que cumplirse determinadas condiciones.
Una semilla puede conservar su fertilidad durante muchos años, siempre que permanezca en un sitio seco y sin temperaturas altas. Las semillas que contienen más cantidad de grasas (maní, girasol) tienen una duración menor, porque las grasas se ponen rancias y destruyen su fertilidad.
Es posible reconocer si las semillas tienen suficientes reservas para germinar, echándolas en agua. Las que flotan están parcialmente vacías. Estas semillas pueden iniciar su germinación, pero agotarán sus reservas antes de que se hayan desarrollado lo suficiente para alimentarse del medio.
La humedad es la principal condición externa o ambiental para que una semilla germine. El agua es imprescindible para que abandone el estado de vida latente. La semilla absorbe la humedad, se hincha y empieza a crecer y a desarrollarse. Cuando se desarrolla, necesita el oxígeno presente en el aire.
Otra condición externa es que la temperatura se halle dentro de ciertos límites, distintos para cada especie, pero que generalmente no corresponden al período más cálido ni más frío. Por eso las semillas se siembran en primavera (maíz, frijoles, hortalizas) o en otoño (trigo, habas, cebollas).
Además de la reproducción habitual, mediante las flores, frutos y semillas, algunas plantas tienen formas de multiplicación vegetativa. 
Esta forma de reproducción puede presentarse naturalmente, junto con la reproducción floral. Por bulbos se multiplican los ajos y cebollas. Las papas son tubérculos, de los que se forman nuevas plantas.
Los estolones son tallos rastreros, de cuyos nudos salen raíces. Los más conocidos son los que originan nuevas plantas de frutillas.
La multiplicación por esquejes consiste en clavar en la tierra una ramita de la planta que queremos reproducir. En la naturaleza, este tipo de multiplicación sólo se produce accidentalmente. Por ejemplo, supongamos que una ramita de sauce o álamo sea arrancada por el viento durante una tormenta y arrastrada por el río hasta quedar semienterrada en un banco de arena.
En cambio, las personas multiplican por esquejes una serie de plantas, como vides, sauces, álamos, claveles, geranios y cactos.
Los acodos se hacen al enterrar parte de una rama pero sin cortarla de la planta original. Se tiene así durante varios meses hasta que la parte enterrada haya echado raíces.
Los injertos se realizan uniendo, sobre una planta llamada patrón o portainjerto, una porción de otra. Se busca que el injerto se desarrolle sobre ella. El patrón y el injerto deben ser variedades de la misma especie o especies próximas. Se pueden injertar frutales de carozo entre sí, o frutales como manzano, peral o membrillo entre sí. Generalmente se busca que la planta portainjerto sea una variedad más rústica, silvestre y resistente. El injerto corresponde a una variedad más refinada.

Algas, líquenes y hongos

Las algas son vegetales verdes, que viven en el agua. Algunas son gigantescas, otras están formadas por una sola célula. Son de gran importancia para la vida en la Tierra: las algas marinas producen gran parte del oxígeno de la atmósfera.
Los hongos no tienen clorofila. No pueden realizar la fotosíntesis, pero tienen una utilidad fundamental: descomponen la materia orgánica muerta y liberan los nutrientes para que sean usados nuevamente.
Los líquenes están formados por un alga y un hongo que viven asociados beneficiándose mutuamente. Esta asociación se llama simbiosis. El alga produce sustancia orgánica en el proceso de fotosíntesis, el hongo absorbe el agua y sales minerales y los dos prosperan juntos.

La vegetación de las praderas

Las praderas, pampas, sabanas y estepas ocupan las regiones en las que la lluvia no alcanza para permitir el crecimiento de los bosques, pero es suficiente para el desarrollo de pastos y arbustos.
Las praderas naturales albergan grandes manadas de herbívoros, multitud de roedores, aves que comen semillas e insectos y carnívoros depredadores.
Cada especie de herbívoros que pasta tiene sus hierbas preferidas, de manera que existe un consumo equilibrado de las diversas plantas. Además, consumen los brotes de los arbustos, impidiendo que su multiplicación compita con el crecimiento de los pastos. Sus excrementos están continuamente abonando el terreno. Roedores, hormigas y otros animales excavan el suelo, contribuyendo a airearlo.
Al caer un rayo, pueden quemarse los brotes leñosos, pero las raíces, yemas y semillas permanecen a salvo bajo el suelo. Apenas aumenta la humedad, vuelven a crecer. Generalmente son fuegos rápidos, que abarcan poca superficie.
Pero cuando se provoca un incendio pensando en favorecer el crecimiento posterior de pastos tiernos para el ganado, puede disminuir la biodiversidad y la materia orgánica, que no se reintegra a la tierra porque se quema.
Si el ganado comienza a pastar antes de que la vegetación se recobre totalmente, se rompe el equilibrio ecológico. Los animales acaban poco a poco con los pastos que prefieren como alimento y aumentan los pastos malos, que no sirven como forraje. Además, con la quema se pierde gran parte de los nutrientes. Restan algunos elementos minerales en la ceniza, pero desaparece la materia orgánica.
Cuando se cría ganado, se lo hace pastar siempre en el mismo lugar (sobrepastoreo). Se escogen unas pocas especies (vacas, ovejas, cabras) que comen sólo determinadas hierbas, acabando con ellas. El pisoteo excesivo favorece la compactación del suelo, acelerando la desecación y la erosión.
Para evitar el sobrepastoreo, es necesario rotar las parcelas en las que se cría ganado. Así, se permite que el pasto y el suelo se recuperen antes de que los animales se introduzcan nuevamente.
En la actualidad, las grandes praderas naturales han sido reemplazadas por los cultivos, generalmente de cereales, y por la cría de ganado.

Los bosques

De los bosques se obtienen grandes beneficios, tanto directos como indirectos.
Entre los beneficios directos podemos mencionar la madera, frutos, resina, corcho, carbón, forraje, leña, medicinas, pastos.
Tanta importancia o más tienen los beneficios indirectos. Los bosques conservan la humedad, absorben energía del sol, fijan la tierra y dan albergue a gran variedad de vida silvestre.

Los bosques son importantes en la defensa del suelo contra la erosión: cuando se los tala, aumenta la evaporación del terreno, la infiltración y las escorrentías que arrastran nutrientes y partículas de suelo. La tierra transportada se sedimenta en los cauces de los ríos y lagos de las zonas más bajas, provocando inundaciones.

Las plantas y el suelo del bosque (rico en materia orgánica) absorben la humedad y la liberan lentamente.
El suelo sin árboles refleja más el calor del sol. El polvo atmosférico producido por la acción del viento sobre el suelo desnudo intercepta el paso de parte de las radiaciones solares. El aumento del dióxido de carbono que se libera cuando se queman los bosques retiene el calor.
Estos efectos se combinan cuando el bosque desaparece y se producen variaciones en la temperatura y humedad que originan cambios acentuados en el microclima.

En los bosques viven más especies de plantas y animales que en todos los demás ecosistemas juntos. Dentro de ellos, existen diferentes zonas en las que cambia la humedad, la temperatura, la luz que llega y el efecto del viento. Gran variedad de organismos se han adaptado a cada una de estas condiciones particulares.

Con la energía del sol, las plantas producen sustancias orgánicas que son la base de la cadena alimentaria de todos los animales. Al mismo tiempo, liberan el oxígeno que todos los seres vivos necesitan para respirar .
Bosques de zonas templadas y frías

Los bosques dependen de las condiciones de temperatura y humedad de cada región. En las zonas templadas, la temperatura y las lluvias varían con las estaciones del año.
Los bosques que viven en tierras muy distantes del ecuador o a gran altura sobre el nivel del mar están adaptados a muchos meses de frío y nieve. Predominan las coníferas, como los pinos, abetos y alerces, cuya madera se utiliza para la construcción y para hacer papel.
En otros climas más templados, los inviernos son más cortos y suaves. Generalmente las lluvias caen durante todo el año, aunque predominen en determinadas estaciones. Aquí crecen árboles que pierden las hojas con el frío. Gran parte de estos bosques han sido talados y quemados para obtener tierras para cultivar.

Bosques tropicales

Existe una amplia variedad de bosques tropicales, favorecidos por el clima cálido.
Cuando las lluvias son abundantes, la vegetación está siempre en continuo crecimiento. Una amplia diversidad de especies vegetales y animales conviven en los bosques tropicales lluviosos, como las selvas y junglas. Los árboles son de hojas perennes y abundan las enredaderas y helechos. Muchas especies tienen maderas valiosas que se utilizan para la carpintería fina.
La mayor superficie de este tipo de bosque se encuentra en la cuenca del río Amazonas.
El suelo es poco profundo y pobre en nutrientes, porque los nutrientes liberados por la descomposición de los residuos orgánicos son absorbidos rápidamente. Los utilizan las plantas para permitir su crecimiento constante. La actividad biológica de este tipo de bosque se basa en un reciclado rápido de la materia orgánica, favorecido por la abundancia de microorganismos que se multiplican por la humedad y el calor.
Debido a esta característica del suelo, si se talan los árboles para permitir la agricultura, los rendimientos de las cosechas caen en pocos años. La tierra se erosiona o se forma una costra dura y estéril.
Cuando las lluvias son menos abundantes, progresan los bosques húmedos de hojas caducas, con menor variedad de especies vegetales. Como en estas regiones las condiciones climáticas son muy favorables para la vida humana, la deforestación ha avanzado más que en los bosques lluviosos.
En zonas secas y calientes, crecen bosques tropicales secos, poco densos, de lento desarrollo y adaptados a la sequía. La población depende de ellos para la obtención de leña, madera para la construcción y para el pastoreo del ganado.
Durante la época seca, la actividad biológica de la vegetación se reduce al mínimo. La multiplicación de las plantas depende sobre todo de los animales que se alimentan de sus frutos y expulsan las semillas con sus excrementos. Cuando llueve, las semillas germinan con rapidez.

La influencia del bosque

Los bosques tienen influencia sobre el clima y el suelo.
El microclima de una zona boscosa es modificado a través de varios factores:

La radiación solar: en los bosques tropicales húmedos, la densidad de la cubierta vegetal reduce el paso de la luz y el calor. En los bosques fríos este efecto es menor. La vegetación es más abierta y el suelo recibe mejor las radiaciones del sol.

La disminución de las temperaturas máximas en verano y el aumento de las temperaturas mínimas en invierno: la cubierta vegetal intercepta el paso de los rayos solares, atenúa la fuerza del viento y retarda la irradiación del calor del suelo. La transpiración de las plantas también resta calor al medio.

El bosque reduce la fuerza del viento y, por lo tanto, disminuye la evaporación (y su efecto desecador) debida a los vientos secos.

La humedad aumenta dentro del bosque, por efecto de la pérdida de agua por transpiración.

La superficie de las hojas permite la condensación de los vientos húmedos. En el caso de neblina, las gotitas son interceptadas por el follaje de las copas y se escurren hacia abajo. El agua que resbala lentamente por los troncos es retenida por la capa de materia orgánica que se acumula en el suelo. A su vez, el follaje intercepta una parte de las lluvias, que se evapora directamente desde las copas.
El bosque influye sobre el suelo protegiéndolo de la erosión. Atenúa los efectos de la lluvia porque impide que caiga con fuerza sobre el suelo y favorece la absorción con la materia orgánica acumulada. El suelo del bosque capta el agua como una esponja y la entrega lentamente a las vertientes.
Asimismo, las copas de los árboles frenan la velocidad del viento, otro agente de erosión. La red formada por las raíces sujeta el suelo impidiendo su arrastre.
Repercute también sobre la temperatura del suelo. En parte por la sombra que proyectan las copas y en parte por la capacidad aislante de la hojarasca.
También la presencia de árboles influye en los linderos. Las cortinas rompevientos reducen la velocidad del viento, protegiendo flores y frutos de los sembrados.

La disminución de los bosques

En los bosques se producen, en forma natural, algunas perturbaciones. Por ejemplo, incendios originados por los rayos. El fuego, cuando abarca zonas reducidas, puede estimular la regeneración de otras especies. La caída de los árboles permite que llegue más luz al suelo y deja sitio a hierbas y arbustos que la necesitan. En ellos se instalan diferentes insectos y otros animales. El fuego, además, consume ramas y troncos que no han sido descompuestos por los microorganismos. Así, se producen cenizas que reintegran al suelo algunos minerales.
Una situación totalmente opuesta y grave es la rápida y completa destrucción de un bosque. Representa un desastre ambiental y la desaparición irrevocable de especies animales y vegetales.
Cada año, alrededor de 17 millones de hectáreas de bosques son eliminados. Y los seres humanos somos los causantes de esta aterradora pérdida. Las causas principales son:

Demanda de nuevas tierras para cultivar o criar ganado y así abastecer a una población siempre creciente. Para reemplazar el suelo agotado por su utilización intensiva, se queman o talan bosques centenarios.

Demanda de madera para uso industrial y de leña para combustible: la escasez de leña aumenta año a año, obligando a la población rural a usar cada vez más tiempo en recolectarla. Otras veces se reemplaza la leña quemando residuos de las cosechas o estiércol, en vez de devolverlos al campo. Así se priva a la tierra de abono natural, disminuyendo la producción de alimentos.

Contaminación del agua de los ríos que atraviesan los bosques con residuos de minas e industrias. Humos de algunas fábricas que ensucian la atmósfera y contaminan las lluvias, dañando la vegetación.
El uso del terreno para la agricultura no equivale necesariamente a la destrucción total del bosque. Si una superficie se tala dejando algunos árboles, se cultiva durante pocos años y después se dejan las tierra en barbecho, el bosque se vuelve a reproducir.
Asimismo, puede usarse el suelo para cultivarlo por mucho tiempo si se manejan los recursos naturales en forma sostenible, con el aporte de materia orgánica, rotación o asociación de cultivos y protección contra la erosión.
El problema comienza cuando la población aumenta y ya no hay tierras suficientes para rotarlas ni se usan otras técnicas de la agricultura sostenible. No se dejan los terrenos en barbecho para que se restaure naturalmente su fertilidad ni se les incorpora abonos orgánicos. Así, el suelo se degrada y las cosechas son cada año más pobres. Finalmente, la tierra erosionada y sin nutrientes es abandonada y se cubre de malezas.
La explotación del bosque, si es realizada en forma inadecuada, puede degradarlo gravemente. Esto sucede cuando se talan bosques que cubren laderas de fuerte pendiente o cuando los caminos de acceso están mal hechos.
La pérdida de los bosques causa el aumento de la erosión, inundaciones y sequías, con sus graves consecuencias: desertización, pobreza, hambre, migración de la población campesina.
La deforestación en los países tropicales se ha acelerado en los últimos años, con pérdidas anuales de diez millones de hectáreas. Ha aumentado el consumo de madera, especialmente de maderas duras de especies exóticas, de lento crecimiento y de gran valor comercial. Además, se practica a gran escala la tala o quema de los bosques para obtener tierras de cultivo, que luego no se protegen de la erosión y pérdida de nutrientes. Estas tierras son abandonadas después de pocas cosechas porque han agotado su fertilidad.

La repoblación forestal
La propuesta adecuada no es salvar los bosques sin tocarlos, sino asegurar que se utilicen como un recurso renovable. Así se conseguirá el suministro continuo de los productos que el bosque nos brinda y la conservación del suelo, el clima, el agua y los animales silvestres.
En lo posible, los terrenos de pendiente acentuada no deben ser dedicados al cultivo. Si ya tienen árboles, deben conservarse porque evitan la erosión que se produce por acción de la lluvia y el viento en las laderas no protegidas. Si los árboles se han perdido, deben plantarse, recordando la importancia de intercalar especies nativas.
Antes de plantarlos, hay que preparar el terreno donde hemos de poner los árboles construyendo bancales y senderos forestales. Estos facilitan las tareas de reforestación y más adelante ayudarán a la conservación y explotación del bosque.
La repoblación forestal suele hacerse plantando un solo tipo de árboles, generalmente una especie no nativa (pino y eucaliptos) porque se busca el rápido crecimiento. Esta uniformidad no es conveniente, porque reduce la diversidad de animales que el bosque puede albergar. Además, al pertenecer todas las plantas a una misma especie, son más vulnerables a las plagas y enfermedades.
El bosque mixto, además, permite la obtención de una mayor variedad de productos, que están disponibles en distintos momentos de su desarrollo.

La agricultura

Los hombres y mujeres primitivos no conocían la agricultura ni la ganadería. Se alimentaban recogiendo frutos silvestres y capturando animales por medio de la caza y la pesca.
La agricultura y la ganadería significaron un progreso trascendental, que permitió:

aumentar la cantidad de alimentos disponibles y obtenerlos con más seguridad.

poder establecerse en un lugar fijo, sin tener que trasladarse en busca de alimentos.
La agricultura ayudó a conocer y mejorar las condiciones de desarrollo de las plantas cultivadas. Además se perfeccionaron las plantas a cultivar, seleccionando variedades superiores por producir más o de mejor calidad. Asimismo, se buscaron variedades más resistentes a las plagas o adaptadas a diferentes climas.
Las tareas agrícolas se realizan según los cultivos y las temperaturas y lluvias de cada región: labores, abono, siembra, riego, deshierbe, control de plagas, aporque y cosecha.
Las labores sirven para mullir y airear la tierra, romper los terrones y destruir las malas hierbas. Pueden ser labores preparatorias, que se efectúan para aprontar la tierra antes de sembrar. Asimismo, pueden ser labores de cultivo, que se llevan a cabo durante el desarrollo de la planta cultivada.
Algunas labores se realizan a mano, por medio de palas y azadas. Otras utilizan diversos tipos de arados, tirados por animales (mulas o bueyes) o por tractores.
Sabemos que las plantas absorben los nutrientes disueltos en agua. Además, ésta es indispensable para la fotosíntesis. En la naturaleza, el agua llega al suelo cuando llueve. Pero si las lluvias son escasas, o no caen en el momento en que son más necesarias, es posible aumentar la productividad de la tierra mediante el riego.

El agua que se utiliza para regar proviene de ríos, arroyos embalses o de aguas subterráneas.
La fertilidad del suelo no cultivado se mantiene cuando la tierra está protegida por la vegetación. Los nutrientes que toman las raíces vuelven al suelo con los restos de estas plantas. Cuando las plantas sirven de alimento a animales, los nutrientes regresan cuando los animales mueren o con sus excrementos. Es decir, existe un ciclo natural que asegura la restitución de los nutrientes consumidos.
En un suelo cultivado, se rompe este ciclo. Los nutrientes no regresan al suelo, porque quedan en las plantas que se cosechan. Los rastrojos se usan como forraje o se queman. Así, disminuyen los nutrientes y la fertilidad.
Para evitar el empobrecimiento del suelo, es necesario restituirle los nutrientes perdidos. El fertilizante más adecuado es el abono orgánico. El estiércol es un abono completo y equilibrado, es decir, tiene todos los nutrientes que necesita la planta y en las proporciones convenientes. También es muy recomendable el composte y los abonos verdes. No sólo incorporan nutrientes, sino que mejoran la textura del suelo. Al aumentan su porosidad, aumentan su aireación y su capacidad de retener la humedad.
El cultivo de leguminosas (frijol, lupino, trébol, acacias) es de gran utilidad para la agricultura sostenible. Tienen la propiedad de fijar nitrógeno, gracias a la asociación simbiótica entre determinado tipo de bacterias y las raíces de leguminosas.
Las bacterias se desarrollan en pequeñas colonias situadas en las raíces y producen el nitrógeno en forma asimilable por las plantas. En cambio, las plantas les ceden sustancias orgánicas que las bacterias necesitan y no pueden producir. Las plantas utilizan el nitrógeno que reciben de las bacterias para la fabricación de proteínas vegetales.
Las leguminosas son un excelente abono verde para el suelo. Los abonos verdes son cultivos que se utilizan para proteger y nutrir el suelo. No se cosechan porque se entierran cuando están en flor, que es cuando poseen la mayor cantidad de nutrientes. Durante su crecimiento, forman una cobertura vegetal (se siembran muy tupidos) que reduce la erosión.



Además, esta cobertura vegetal protege la superficie del suelo de la exposición continua a los rayos del sol. Estos rayos aceleran la descomposición de la materia orgánica, lo que disminuye su presencia.
Cuando los abonos verdes se entierran, se descomponen dentro del suelo, aumentando los nutrientes, la actividad de los microorganismos y mejorando la textura.
Otro abono orgánico es el composte. Se hace con restos de verduras, hierbas, estiércol y tierra. Puede agregársele ceniza de madera o cal apagada. Esta mezcla se descompone con la ayuda de los insectos despedazadores y los microorganismos, y puede alcanzar temperaturas de 55 grados o más. Esta temperatura produce la muerte de los organismos patógenos y las semillas de malas hierbas que pudiera contener.

Plagas y enfermedades de las plantas

Las plagas están causadas por hierbas y animales perjudiciales y por enfermedades producidas por virus, bacterias y hongos. Las plagas ocasionan daños en las cosechas. Estos daños pueden producirse por ataques directos a los cultivos, o por competir con ellos por el espacio y los nutrientes.
Las malas hierbas crecen en los sembrados disputando los nutrientes, el agua y la luz a la planta cultivada. La lucha contra ellas se basa en la prevención (tratando de evitar que sus semillas caigan en el suelo) y en destruirlas una vez introducidas.
Para destruir las malas hierbas, muchas veces se recurre a los herbicidas, que son sustancias químicas. Son productos peligrosos para quien los aplica y pueden contaminar el suelo y el agua.
Otras plagas están causadas por pequeños animales, generalmente insectos como el escarabajo de la papa, los pulgones, la mosca del olivo y las orugas de muchas mariposas. Contra las plagas se puede utilizar insecticidas, pero éstos tienen el inconveniente que también matan a los insectos benéficos.
Más beneficioso a largo plazo es combatir a los insectos perjudiciales por medio del control biológico de plagas. Este método se basa en respetar y favorecer los enemigos naturales de los insectos (aves insectívoras, sapos, lagartijas, avispas) y en introducir otros animales que son enemigos de las plagas.
Las plantas también pueden ser atacadas por virus, bacterias y hongos. Se pueden contagiar a través del agua de riego, del viento, de las herramientas usadas en los cultivos y del simple contacto de una planta con otra. El calor y la humedad favorecen la multiplicación de las plagas.
Bacterias y hongos provocan manchas marrones o blancas en hojas, tallos y frutos. Otras veces pudren las raíces, tallos o frutos. Los virus provocan deformaciones, cambios de color y arrugamiento de las hojas.
Las evitar que las enfermedades aparezcan o se extiendan, existen medidas preventivas. Estas medidas son: rotar los cultivos, regar sobre el suelo y no sobre la planta, utilizar semilla sana, aplicar abono natural bien descompuesto, quemar los rastrojos de las plantas enfermas.

También son muy útiles algunas prácticas agrícolas sencillas para luchar contra las plagas. Por ejemplo, volcar la tierra al prepararla para el cultivo: así se ponen los insectos, gusanos y larvas a la vista de los pájaros que los devoran y del sol que los seca.
Otra posibilidad es construir barreras y zanjas alrededor de los árboles frutales, colocar cenizas contra las babosas, fabricar trampas para los topos y podar y quemar las ramas atacadas por enfermedades.
Las plagas pueden combatirse pulverizando con productos químicos, pero su aplicación debe ser muy cuidadosa porque son tóxicos. Su uso indiscriminado ha originado la aparición de nuevas variedades de plagas, más resistentes que las anteriores a la acción de las sustancias químicas. Otro peligro es la contaminación de las aguas y el suelo. Los alimentos producidos pueden absorber restos de plaguicidas y ser perjudiciales para los animales y personas que los consumen.
También existen remedios caseros contra las plagas, de un costo menor y no peligrosos para la salud (la ceniza, el agua jabonosa, el jugo de tabaco).
Podemos ejemplificar dos casos en los que se destacan las diferencias entre el uso indiscriminado de agroquímicos y la agricultura sostenible.

EXPLOTACION QUE AGOTA EL SUELO

Los rendimientos del campo se basan en la ayuda de productos químicos. Los microorganismos que liberan los nutrientes mueren y el suelo no mantiene naturalmente su fertilidad. No se protege el suelo de la erosión. EN LA AGRICULTURA SOSTENIBLE

Se aplican abonos orgánicos. El control de la erosión y plagas se realiza con adecuadas técnicas de labranza y favoreciendo la presencia de animales antagonistas. El uso de pesticidas es limitado a situaciones extremas.
PRIMAVERA
Antes y durante el desarrollo de las plántulas se usan herbicidas y fertilizantes químicos en dosis innecesarias. Al aparecer las plántulas, se controlan las malas hierbas arrancándolas. Se aplica abono orgánico.
VERANO
Cuando los cultivos comienzan a producir frutos, se fumiga regularmente para evitar la aparición de insectos. Se insiste en el suministro de abono orgánico y se revisa y controla la presencia de insectos dañinos y enfermedades.
OTOÑO
Después de fumigaciones con pesticidas se recoge la cosecha. Se queman los rastrojos en lugar de enterrarlos, desperdiciando la materia orgánica. Después de cosechar, se entierran los restos o se los utiliza para la producción de composte. Se plantan cultivos de cobertura o leguminosas.
INVIERNO
El suelo queda desprotegido de la erosión y no existen microorganismos que descompongan materia orgánica para liberar nutrientes. El abono orgánico enriquece la tierra y la vegetación de cobertura la protege. La cosecha próxima será naturalmente fértil.
Otras causas importantes de pérdida de parte de la cosecha se deben a malas condiciones de almacenamiento y distribución.

Se calcula que hasta un tercio de lo producido en el mundo se pierde por guardarlo mal. Los peligros más frecuentes son los roedores, gorgojos, la temperatura inadecuada, la humedad y falta de ventilación que favorecen la pudrición y fermentación.

Formas de cultivos

Se llaman cultivos extensivos a los que abarcan grandes extensiones de terreno. Generalmente necesitan poca mano de obra por estar mecanizados. Son los cereales, vid, olivos, bosques.
Los cultivos intensivos son los de huerta, muchas veces dependientes de sistemas de riego. Tienen mayor necesidad de mano de obra porque el tipo de cultivos hace difícil la mecanización. El producto obtenido en cada parcela suele alcanzar más valor comercial que en los cultivos extensivos.

FICHA DE ACTIVIDADES

Tema: el bosque

OBJETIVOS:

Entender los beneficios directos e indirectos de los bosques.

Conocer los bosques y bosquetes que existen en la comunidad.

Comprobar y distinguir la variedad de plantas que vive en el bosque y las necesidades de luz, humedad y suelo de cada una de ellas.
ACTIVIDADES

Recorrer el interior del bosque y sus linderos, comparando la vegetación.

Observar y comparar la luz, humedad, temperatura y fuerza del viento dentro del bosque y fuera de él.

Recoger muestras de hojas y frutos.

Averiguar el nombre de cada planta y su uso (medicinal, culinario, forraje, sombra).

Secar las hojas entre papeles para conservarlas y clasificarlas.

Recoger muestras de suelo del bosque y compararlas con las que provienen de las zonas erosionadas.

Recopilar datos sobre los animales que habitan en el bosque: aves, insectos, roedores, larvas, gusanos, etc.
EVALUACION

Contestar a las siguientes preguntas:

¿Cuáles son los productos que se extraen del bosque?

¿Cuáles son las características de los bosques que crecen en las zonas tropicales, templadas y frías?

¿Cómo influye el bosque en el microclima, en la conservación del suelo y en vida de la fauna silvestre?

¿Cuáles son los terrenos donde es imprescindible plantar bosque para protegerlos?

¿Cuáles son las causas de la destrucción de los bosques?

¿Cómo debe realizarse la repoblación forestal?
Tema: la importancia de las plantas como productoras de materia orgánica y oxígeno. Sus necesidades.

OBJETIVOS:

Entender las necesidades de las plantas: suelo, nutrientes, agua, luz, temperatura adecuada.

Comprender la importancia de las plantas para la vida animal y humana.

Distinguir las diversas formas de reproducción vegetal.

Conocer algunas plagas y enfermedades de la plantas y saber cómo controlarlas sin dañar el ambiente.
ACTIVIDADES

Hacer una lista de los vegetales que se usan en la zona para la alimentación humana, medicinas, artesanía, construcción, leña, sombra, etc.

Averiguar qué plantas comen los distintos animales silvestres y el ganado que se cría en la zona.

Experimentar con plantas colocadas en macetas, viendo cómo influyen en ellas la falta de luz, agua o nutrientes. Por ej., germinar frijoles y luego plantarlos en tierra fértil o suelo pobre en nutrientes, con calor o frío, a pleno sol, a la sombra o en la oscuridad total, con agua suficiente o escasa.
EVALUACION

Contestar a las siguientes preguntas:

¿Cómo se alimentan las plantas verdes? ¿Cuáles son sus necesidades básicas?

Describa los mecanismos de la fotosíntesis. ¿Que elementos son imprescindibles para que las plantas la realicen? ¿De dónde provienen? ¿Qué destino tiene la materia orgánica elaborada?

¿En qué consiste la respiración de las plantas? Mencione algunos productos en cuya fabricación interviene la fermentación.

Describa los posibles modos de reproducción de las plantas.

¿De qué forman intervienen los animales y el viento en la polinización y diseminación de las semillas?

¿Cómo aumentar la fertilidad del suelo, para que los cultivos tengan los nutrientes que necesitan?

Describa algunas plagas y enfermedades de las plantas y cómo actuar para controlarlas sin dañar el medio ambiente.

PARA REFLEXIONAR – LOS BOSQUES

Su follaje amortigua el impacto de la lluvia sobre el suelo, la materia orgánica acumulada la retiene y las raíces absorben el agua que las hojas liberarán lentamente. Así se disminuye el riesgo de inundaciones y aumenta la humedad en los meses secos.

Frenan la fuerza del viento, no sólo en su interior, ya que el efecto persiste más allá de sus lindes. En el lado opuesto al viento, éste no recobra su velocidad hasta decenas de metros después.

Evitan la erosión del suelo. Impiden que el viento se lleve el suelo fértil y que el agua lo arrastre hacia los valles y ríos. Las hojas y frutos que caen proporcionan materia orgánica que los microorganismos descomponerán en nutrientes.

Dan protección a otras plantas que crecen debajo y alimento y cobijo a animales que viven en él.

Al sostener la tierra con sus raíces, evitan los corrimientos y las avalanchas, que dañan cultivos y casas.

Estabilizan el clima: donde hay bosques suele llover más, ya que las hojas transpiran humedad que luego se condensa. Además, atenúan los bruscos cambios de temperatura, porque impiden que el suelo se recaliente durante el día y se enfríe rápidamente por la noche.

Protegen la fauna de ríos, lagos y costas, porque aportan alimentos y materia orgánica y regulan el depósito de sedimentos.

Purifican el aire: durante el día, producen el oxígeno necesario para la vida animal y consumen el dióxido de carbono.

Si son gestionados en forma adecuada, son una fuente constante y renovable de recursos e ingresos. Nos proporcionan alimentos, forraje, fibra, combustible, medicinas, materiales para construir viviendas y fabricar muebles, materia prima para la industria y las artesanías.
¿PORQUE SE DESTRUYE EL BOSQUE?

Demanda de nuevas tierras para cultivar o criar ganado.

Demanda de madera de uso industrial y de leña para combustible.

Contaminación minera o industrial de los ríos que los atraviesan.

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