La multiplicación de las Coníferas

 




  Conífera, procede del latín conifer, término compuesto por cōnus, ‘piña,, cono’ más -fer, del verbo latino ferre, ‘llevar, conducir, producir’; literalmente, “que lleva, produce o es portador de piñas”, ya que, como acabamos de mencionar, estas plantas producen o llevan ‘piñas’

Las coníferas son un grupo antiguo, con un registro fósil que se remonta a unos 300 millones de años en el Paleozoico tardío en el periodo Carbonífero, e incluso muchos de los géneros modernos se reconocen a partir de sapos fósiles 60-120 millones años de edad.

La mayoría de las coníferas, bien se trate de arbustos, pueden obtenerse de diversas formas, principalmente mediante esquejes, semillas o injertos. La obtención de esquejes es el método más sencillo en muchos casos, y resulta adecuado para cultivares y clones seleccionados, con lo que se consigue un gran número de plantas idénticas, ideales para una avenida o un seto.

La mayoría de las especies se pueden obtener a partir de semillas (los cultivares podrían no ser puros), aunque suele ser un proceso lento. Por lo general, si las semillas no están disponibles o los cultivares no enraízan bien a partir de esquejes, la técnica más utilizada es el injerto.

OBTENCIÓN DE ESQUEJES

Las coníferas normalmente se propagan a partir de esquejes del año en curso, y se pueden utilizar tallos jóvenes o adultos (completamente maduros o leñosos). Los principios básicos son similares a los utilizados con otros árboles o arbustos, pero existen algunas diferencias importantes.

La diferencia principal es que muchas coníferas se desarrollan a partir de yemas especializadas y la forma del nuevo brote viene determinada por su localización en la planta original.

En el caso de los árboles, los vástagos principales se desarrollan más o menos de una forma recta, mientras que los laterales lo hacen hacia el exterior. Con la mayoría de las coníferas, resulta difícil obtener un esqueje a partir de un brote lateral que forme un vástago dirigente (aunque en el caso de los pinos y las formas caducas, no existe ningún problema), y en algunas especies como Araucaria resulta casi imposible.

Incluso los cipreses, que generalmente forman vástagos dirigentes de forma bastante natural, presentan diversas variantes. Se trata de formas obtenidas a partir de esquejes de diferentes partes de la misma planta madre: cada parte tiene determinados genes activados, de forma que los diversos esquejes producen cultivars genéticamente iguales pero diferentes en cuanto a forma o modelo de desarrollo (como una forma enana natural por ejemplo).

Estas diferencias formales se mantienen en los esquejes, como ocurre en algunos cultivares del ciprés de Lawson, por ejemplo Chamaecyparis lawsoniana Ellwoodii y Fletcheri. Los esquejes obtenidos de tallos jóvenes en crecimiento por lo general enraizan mejor. Este crecimiento persiste en las plantas maduras de los cipreses, como Cupressus, Chamaecyparis o el enebro.

En el caso del abeto (como Picea), sin embargo, el tallo juvenil en crecimiento con frecuencia se debilita al cabo de cinco o seis años, mientras que los esquejes de árboles más viejos tienen pocas posibilidades de enraizar. También resulta esencial tomar esquejes de tallos vigorosos, no débiles.

CUÁNDO TOMAR ESQUEJES

Tome los esquejes desde el verano hasta justo antes de que finalice la fase de crecimiento, a finales de otoño, aunque la época ideal para el enraizamiento es desde principios hasta mediados de otoño o justo después de mediados de invierno.

Las coníferas preparadas para el enraizamiento no tendrán problemas si se toman los esquejes en este periodo, pero otras tenderán enraizar pobremente, excepto si los esquejes se toman durante una de las dos épocas mencionadas.

Los clones diferentes de la misma especie con frecuencia presentan formas de enraizamiento muy diversas. los esquejes se obtienen a principios de primavera, iniciarán el desarrollo, aunque en ocasiones no pueda apreciarse, y por tanto es poco probable que dispongan de suficientes reservas para formar también raíces.

Por otro lado, a finales de primavera y principios de verano, el tallo en crecimiento es demasiado blando, por lo que se pudrirá.

PREPARACIÓN DE ESQUEJES DE CONÍFERAS

El medio de enraizamiento debe estar bien aireado (el oxígeno alrededor de la base del esqueje favorece el enraizamiento y previene contra la podredumbre) y ser capaz de retener humedad.

Utilice fibra de coco, turba, perlita, corteza de conífera o vermiculita, › una mezcla partes iguales de estos elementos con arena gruesa. Si los esquejes van a estar bajo vapor, utilice una proporción más alta (3:1) de arena, perlita o vermiculita.

No afirme el substrato de las macetas. Los esquejes suelen prepararse a partir de brotes de un año. Esto tiende a determinar el tamaño del esqueje, no debe superar los 15 cm de longitud. En el caso de coníferas con hojas en forma de escama, como los cipreses, elimine los brotes laterales desde la base del esqueje. Deje las hojas aciculares en los esquejes de coníferas como el abeto, ya que favorecen la aireación en la base.

CUIDADO DE LOS ESQUEJES

Enraíce los esquejes bajo una película de plástico en un banco con calefacción, bajo vapor o en un lugar protegido, como una cajonera fría, aunque los esquejes plantados en el exterior toleran bastante bien las heladas durante el invierno.

Si utiliza un banco con calefacción o vapor, tome los esquejes en otoño o a finales de invierno, en especial si utiliza calor de fondo, el cual no debería superar los 20 °C, ya que en estos casos se necesita menos calor. Asegúrese de que el calor de fondo no seca las bases del esqueje; tendrá menos problemas con vapor.

Si utiliza una cajonera fría, tome los esquejes en otoño y póngalos a la sombra con la menor luz posible. El enraizamiento con calor es más rápido que en una cajonera fría, aunque sólo puede durar unas pocas semanas. Aunque exista poca o ninguna señal de enraizamiento en los esquejes obtenidos en otoño, las raíces se formarán durante el invierno y probablemente no enraizarán hasta que inicie el desarrollo, a principios del verano siguiente.

Una vez los esquejes están bien enraizados, plántelos ( una mezcla para macetas con base de marga, con un fertilizante de liberación lenta para favorecer un desarrollo vigoroso. Proporcione sombra parcial durante unos días hasta que se asienten las raíces, y entonces colóquelos a plena luz para estimular su desarrollo.
Controle la aparición de gusanos con insecticida o un producto contra nematodos desde mediados de verano hasta el otoño.

CONÍFERAS A PARTIR DE SEMILLAS

La propagación de coníferas a partir de semillas es la forma más económica de obtener un gran número de plantas, pero algunas especies tardan bastante tiempo en germinar o desarrollarse. Las coníferas producen semillas en conos, y de ahí deriva su nombre.

Casi todas las coníferas son gimnospermas, lo que significa que las semillas están desnudas, es decir que, a diferencia de otras plantas, las semillas no se encuentran encerradas en un fruto una cápsula, y se desarrollan mientras están expuestas al aire.
Las semillas de coníferas se siembran del mismo modo que otras semillas de árbol, pero son únicas en lo que se refiere a la forma de recolección.

RECOLECCIÓN DE LOS CONOS

Los frutos de coníferas generalmente maduran en otoño, y cambian de color durante el proceso. Tardan en madurar uno, dos o hasta tres veranos, dependiendo de la especie; es importante saberlo, porque los conos inmaduros pueden tener una apariencia muy similar a los maduros, aunque en el primer caso las semillas no germinarán.

Esto resulta particularmente importante en árboles como los enebros, en los que la única diferencia visual que se da es un cambio de tonalidad en el fruto, que pasa de verde a púrpura blanquecino o azul, o Cupressus, en los que los conos de un año parecen maduros.

La primera necesidad es encontrar un árbol que fructifique correctamente. Las coníferas son polinizadas por el viento, el escaso polen es transportado hasta más de 90 metros. Aunque puede darse la autopolinización, el número de semillas fertilizadas generalmente es bastante bajo, a menos que existan diversos ejemplares, y de ese modo asegurar la polinización cruzada.

Además, si el número de piñas es escaso, es probable que no se den las condiciones favorables para la producción de polen, de forma que cabe esperar un número reducido de semillas viables. La recolección de conos de coníferas altas puede resultar difícil, pero el viento y los animales con frecuencia los estropean y normalmente es posible encontrar algunos en el suelo.

No recoja los que tengan señales de haber sido dañados por insectos y recoja sólo los femeninos, pues son los que llevan las semillas. Si es necesario, merece la pena recoger conos que estén casi maduros, ya que con frecuencia las semillas son viables (aunque en un porcentaje inferior) un par de meses antes que las de conos totalmente maduros.

Algunas coníferas mantienen las semillas en los conos durante un período prolongado. Se trata principalmente de ciertos pinos (Pinus) cuyos conos se abren sólo después de un incendio, lo que elimina la competencia entre la vegetación, dejando un semillero natural. Unas pocas semillas viables pueden permanecer en los conos viejos de la mayoría de las especies pertenecientes a la familia de las pináceas, exceptuando el abeto blanco (Abies) y el ciprés (Cupressus).

Después de haber manejado semillas o piñas, los dedos quedan impregnados de resina, difícil de eliminar con jabón. La solución más sencilla es disolver un poco de mantequilla en la resina, y a continuación utilizar jabón o detergente para extraer la mantequilla.

EXTRACCIÓN DE LAS SEMILLAS

Para extraer las semillas, por lo general lo mejor es dejar que se abran los conos y las liberen. Con unas pocas excepciones, no presentan una cubierta carnosa o dura que tenga que eliminarse. Seque la superficie si está húmeda pero no intente forzar la apertura de los conos.

En su lugar, colócalos en una bandeja o una caja abierta y deja que se sequen de forma natural a temperatura ambiente primero, en especial si todavía conservan una coloración ligeramente verde. Una vez completamente secas y maduras, las escamas se partirán de forma natural y liberarán las semillas.

Si no se abren, proporciona a los conos un poco de calor, hasta 40-45 °C; una manera de hacerlo es colocarlos en un horno no muy caliente. La mayoría de las semillas caerán, pero algunas permanecerán unidas al cono. Extraerlas con ayuda de unas pinzas, sacudiendo enérgicamente el cono dentro de una bolsa grande de plástico o golpeando el extremo del cono sobre una superficie dura.

Muchas semillas de coníferas, por ejemplo las de abeto noble (Abies procera), presentan un ala para favorecer la dispersión, que no afecta en absoluto el proceso de germinación. En algunos árboles como el abeto, el cedro y el ciprés de los pantanos (Taxodium), los conos se abren al madurar y las semillas y escamas caen.

Si es éste el caso, sumerja los conos durante 24 horas antes de secarlos y, una vez secos, separe las semillas de las escamas. En algunos pinos blandos, los conos caen intactos y no se abren; ábrelos manualmente, aunque no resulta una tarea fácil.

Las semillas de enebro, tejo (Taxus) y otras coníferas presentan una cubierta carnosa. Aunque no es esencial limpiarla, hacerlo ayudará a acelerar el proceso de germinación.

ALMACENAR SEMILLAS DE CONÍFERAS

Las semillas de casi todas las coníferas pueden almacenarse durante cinco años o más en una nevera a 1-4 °C, o incluso por más tiempo en un congelador a-18 °C. Seque primero las semillas en un lugar cálido y aireado antes de ponerlas en bolsas de plástico limpias y etiquetadas o en recipientes pequeños.

VIABILIDAD DE LAS SEMILLAS

Generalmente, una proporción elevada de semillas de coníferas están muertas o no son fértiles. Existen dos métodos para comprobar la viabilidad de las semillas antes de sembrar. El primero consiste en colocar las semillas grandes, como las del pino (Pinus), en agua; las viables se hundirán, mientras que las que están vacías o han sido atacadas por gusanos flotarán. Sin embargo, este método no funciona con semillas como las del abeto.

La otra posibilidad consiste en cortar una muestra de las semillas por la mitad. Las semillas inviables son huecas o tienen poca resina; las viable presentan un embrión grueso, de color blanco.

VENCER LA INACTIVIDAD DE LAS SEMILLAS

Algunas semillas de coníferas permanecen durante algún tiempo inactivas y necesitan ser tratadas antes de sembrarlas, mientras que otras germinan fácilmente. Muchas semillas germinan con mayor rapidez y suavidad si se estratifican durante un período corto en la nevera.

Mezcle las semillas con fibra de coco húmeda, turba o arena, enfríelas a 1-4 °C durante unas tres semanas y, a continuación, siémbrelas. Algunas semillas presentan una doble inactividad y no germinan durante varios años, como las semillas de enebro. Acelere el proceso mezclándolas con fibra de coco húmeda o arena, y déjelas durante unas 20 semanas a 15-20 °C. por ejemplo en un armario aireado. A continuación sométalas a un período frío de 12 semanas en la parte inferior del frigorífico. Otra opción es esperar simplemente a que germinen; le llevará menos esfuerzo y resulta más fiable.
 

 

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