Primeramente podéis diferenciar un terreno bueno de uno malo por su textura. Si es grumosa y húmeda, y estos grumos se pegan entre sí sin formar costra, es un suelo bueno. Por el contrario, si el suelo es duro, agrietado que no drena bien el agua y parece estar compacto nos hemos encontrado con un suelo pobre.
Lo que tenéis que hacer con el suelo malo es hacer una cava doble incorporando aditivos para unir las partículas de tierra y así formar grumos. Estos aditivos pueden ser estiércol, el compost descompuesto (que son de los mejores) la arena o la gravilla (que son inorgánicos). Mezcla muy bien la capa donde puedas esparcir el volumen de manera uniforme y quede de unos 5 o 10 centímetros de grosor, así tiene el volumen perfecto.
¿Qué os ha parecido?