Y es que la clemátide florece con una riqueza impresionante: su abundancia de flores también hace de ella una excelente variedad tapizante.
La clemátide pertenece a una gran familia de plantas, subdividida en grupos que florecen en diferentes periodos. Las hay de flores pequeñas y grandes, y varían en lo que se refiere a la fuerza de crecimiento. Algunas tendrán una altura de 2 metros, otras alcanzarán incluso los 8 metros, como la clemátide Montana.
(Imagen/ Flickr: sybarite48 Clemátide montana)
Además, prospera en casi todas partes. En el jardín prefiere estar en un lugar a media sombra, mientras que las raíces deben estar siempre frescas y lo suficientemente húmedas.
Le gusta un hoyo de plantación bien preparado, amplio y profundo, lleno de tierra nutritiva.
Cava un agujero para cultivarla y haz 'orificios de ventilación' pinchando en el fondo y en los laterales del orificio. Apoya el pie en la maceta y saca la clemátide con cuidado de la maceta.
Sostén la planta con el cepellón de raíces y tira suavemente hacia abajo de las raíces inferiores. Coloca la clemátide en el hoyo, 6 cm. más baja de lo que estaba en la maceta.
Riega generosamente y vuelve a llenar el hoyo con tierra (de maceta) fértil. Aprieta la tierra con cuidado con la mano extendida. Riega de nuevo.
Cubre el pie de la planta con un poco de paja u hojas para dar sombra a las raíces.
Suelta los tallos del palo de bambú y pon un palo más grande en su lugar.
A pesar de sus brotes con pecíolos foliares, la clemátide no es una planta trepadora autónoma, ya que necesita ayuda para trepar. (En este contenido te mostramos cómo combinar plantas trepadoras florecientes para conseguir resultados espectaculares).
Si quieres que crezca contra una pared, puedes tensar alambres de hierro galvanizado paralelos a la pared. Ténsalos bien, eventualmente con tensores para alambre, y fija el alambre en armellas. Éstas hacen que el alambre se mantenga a cierta distancia de la pared. De esta manera la clemátide puede crecer enroscada al alambre.
O elige un emparrado de madera, que se puede comprar prefabricado.
Para atar la planta, usa material que no corte los tallos y que deje espacio para los brotes que engordan, como la rafia.
Ideal para un jardín pequeño es la clematis alpina, de flores menudas y poco crecimiento.
(Imagen/ Flickr: tuxdriver Clematis alpina)
Esto también es válido para las variedades de flores grandes Clematis 'Miss Bateman', Clematis 'Nelly Moser' y Clematis 'Jackmanii'. Gracias a su modo de crecimiento compacto también son aptas por excelencia para plantar en jardineras amplias. Procura que dispongan de material de apoyo y riégalas con regularidad, aplicando un fertilizante líquido.
(Imagen/ Flickr: HorsePunchKid Clematis 'Miss Bateman')
(Imagen/ Flickr: Gerard Stolk (vers le Mardi Gras) Clematis 'Nelly Moser')
(Imagen/ Flickr: Distant Hill Gardens Clematis 'Jackmanii')
Muchísimas aplicaciones
Si al fondo del arriate construyes una pérgola sencilla de madera, sobre la que se guía una clemátide, obtendrás una bonita 'cortina' cerrada.También puedes dejar que un obelisco metálico se cubra de diversas variedades de clemátide cuyas épocas de floración se sucedan. De esta manera crearás un 'árbol' florido en cualquier lugar deseado, también en solitario en el jardín.
Un tronco lampiño ofrece un excelente asidero y, de este modo, puede estar cubierto ricamente en cualquier estación del año.
La hiedra combinada con diferentes variedades de clemátide se alegra con las coloridas flores. Muy sorprendente es el efecto de una combinación de hiedra, un rosal trepador y una clemátide.
Hay tantas variedades de clemátide que desde la primavera hasta bien entrado el otoño podrás disfrutar de flores en el jardín.