El origen del nombre de la zanahoria se encuentra en un vocablo árabe casi impronunciable: 'isfannariya'. De hecho, fue este pueblo el que introdujo en la península Ibérica su cultivo. En la zona levantina, la zanahoria es conocida comúnmente bajo el apelativo de 'carlota'. Durante la época clásica, esta hortaliza era muy popular por sus supuestos efectos afrodisíacos, por ejemplo en Grecia era conocida por el término 'philon', que significa amar.
Los romanos fueron verdaderos forofos de la zanahoria y así lo demuestran las abundantes
representaciones pictóricas halladas en este periodo.
El cultivo de la la zanahoria se remonta a más de tres milenios según algunos expertos, si bien su llegada al continente europeo parte de los árabes a través del norte de África por España, Holanda y el resto de países. No sería hasta el siglo XIV cuando la zanahoria cruzaría el Canal de Mancha para aterrizar en Gran Bretaña. Este fruto de la tierra, tal y como lo conocemos ahora, proviene de la experimentación de horticultores de los Países Bajos, que estuvieron buscando una fórmula para que el color no se perdiera durante la cocción.
Clasificación general
Podríamos aceptar una clasificación muy simple sobre las zanahorias, basada en la longitud, de esta forma, tendríamos en el tramo que va hasta el umbral de los 10 cm. las clasificadas como cortas, entre las cuales encontraríamos variedades como la 'Mercado de París', de forma pseudo esférica, de desarrollo precoz y precio elevado. Otra variedad que entraría dentro de este espectro serían las llamadas 'mini-zanahorias', muy suaves y fruto de la pronta maduración de otoño tras la plantación en el ecuador del verano.
Entre los 10 y los 20 cm. se sitúan las semi-largas, las más numerosas puesto que dentro de ellas se contempla la familia de las nantesas con variedades como la Tip-Top, Nantes Improved, Nandor, etc. Por último, las que superan los 20 cm. son las denominadas largas y su cultivo persigue fines industriales. Decolmar, Scarla, o Danro son algunos ejemplos.
Cultivo, cosecha y almacenamiento
Se trata de un cultivo bianual que crece gracias a la raíz gruesa que aparece en la primera estación de crecimiento. Se desarrolla preferiblemente en climas fríos y suelen plantarse a la entrada de la primavera para evitar el calor sofocante de la estación estival. Tolera bien las heladas y gustan de suelo arenoso bien arado que deberemos preparar a una profundidad de entre las 8 y las 9 pulgadas. Hay que ser cuidadosos con los residuos orgánicos puesto que un exceso de los mismos puede malformar las raíces.
Las semillas se siembran de un cuarto a una mitad de pulgada de profundidad, guardando un espacio entre filas de entre 12 y 18 pulgadas de distancia. Comenzará a germinar en unas dos semanas y las condiciones de la misma mejorarán si el suelo está seco y permanece caliente. Si el calor es muy fuerte, hay que aprovechar las sombras. La paciencia será la máxima a seguir puesto que estamos ante una hortaliza muy tierna que crece lentamente y a la que tendremos que vigilar para que las malas hierbas no la estropeen.
Cuando llegue la cosecha, en unos 60 ó 70 días, extraeremos las zanahorias cuidadosamente cavando alrededor de la corona, sin tirar directamente de las hojas pues podríamos dañarla. A la hora de almacenarlas, es importante que la humedad sea alta. Podemos conservarlas en el frigorífico en bolsas agujereadas que permitan la entrada la aire pero, si tenemos cantidad y deseamos que perduren, podemos enterrarlas en un sótano con arena húmeda llegando a estar lista para su consumo hasta casi medio año.
Una fuente de beta carotenos
Las zanahorias suponen una fuente muy rica de beta carotenos, un conocido antioxidante que nuestro organismo convierte en vitamina A. Los nutrientes se absorben mucho mejor cuando se cuecen puesto que así, las paredes celulares pierden dureza. Su contenido en fibra y azúcar también las hace muy indicadas para cualquier dieta. Los últimos estudios colocan al caroteno como un activo importante a la hora de evitar infartos, dolencias cardíacas e incluso el cáncer.
Utilízalas en tu mesa
Nuestros platos agradecerán mucho el contar con el sabor de esta hortaliza. Lo primero de todo es limpiar bien las piezas que vayamos a utilizar para eliminar la suciedad y la tierra. Se puede optar por pelarlas o no. Se pueden comer crudas o cocidas, siendo esta última una forma de aumentar su sabor dulce y de que nuestro cuerpo asimile mejor las sustancias beneficiosas.
Cocidas al vapor, fritas 'al dente' o asadas a la parilla. Las sopas, guisos y ensaladas serán más completos si las incluimos. Y es que la zanahoria es una hortaliza muy común y muy utilizada en multitud de recetas de cocina.
-> Aquí os dejamos muchas recetas de cocina con zanahoria.