La materia orgánica es normalmente desechada, hablamos de restos de comida, de restos de procesos industriales, como las balas donde se cultiva el champiñón, de restos de bodega, de lodos de depuradora, de estiércol,...
Pero podemos aplicarla, una vez compostada, a nuestro jardín o huerto. Los beneficios ambientales con respecto al uso de abonos sintéticos son innumerables, y, además, conseguimos una serie de beneficios en nuestro suelo de cultivo.
Entre otros:
• reduce las oscilaciones térmicas
• aumenta la estabilidad estructural y la permeabilidad del suelo
• facilita el drenaje y las labores
• reduce la evaporación forma quelatos, que permiten una dosificación más adecuada y una mejor asimilación de ciertos elementos.
• favorece el estado sanitario en general, una adecuada fertilización orgánica aumenta la biodiversidad en el suelo, incluso algunos suelos presentan capacidad inhibidora para ciertas enfermedades.
En casa podemos proveernos de una compostadora, es muy fácil, con unos palets viejos (hay comercios que os los regalarán) se puede construir. Así podemos depositar un poco de abono orgánico o tierra (que no haya sido tratada con químicos, si no no tendrá actividad biológica y no podrá ejercer su papel) y después los restos orgánicos. No se pueden usar lácteos, carnes o pescados. Se debe mantener con un grado adecuado de humedad. Y a esperar, en unos meses tendremos un abono orgánico y habremos evitado generar algunos residuos.