Por esto, abonar en el invierno es sumamente importante, por ende, no debemos olvidarnos del cuidado y conservación de las plantas. Una labor fundamental es el abonado orgánico, que se realiza en época de reposo porque es tan fuerte que podría quemar las raíces de las plantas si se llevara a cabo en primavera o en verano.
Es imprescindible utilizar el método de abono adecuado, pues no todos los abonos son eficaces en esta época del año. Estos consejos nos pueden ser muy útiles para hacer este trabajo de un modo completo y correcto.
Requerimientos del abono
En esta época se necesita un producto que se vaya descomponiendo en los nutrientes básicos de forma lenta, así la planta en cuestión tiene mucho más tiempo de aprovecharlos y absorberlos por las raíces cuando éstas entren en máxima actividad.El abono tiene que dar calor a la planta (así se minimizarán los daños por heladas) y ser complejo, es decir, ha de incluir los macronutrientes esenciales (NPK), además de otros micronutrientes (Mg, Ca, Fe, etc). También ha de enriquecer el suelo de materia orgánica, esencial para las reacciones químicas que se dan en los distintos procesos vitales de las plantas.
Sin entrar en los complicados procesos de mineralización y humificación, cabe destacar que con los abonos orgánicos conseguimos:
Aumentar la capacidad de almacenar agua en el suelo en las épocas húmedas y reducir las pérdidas en las estaciones secas. Mejoran la estructura y textura de los suelos. El color oscuro del humus permite captar mayor radiación solar y elevar la temperatura del suelo.
Descartaremos, por tanto, los abonos químicos de rápida liberación. Por su parte, los de lenta liberación no contienen materia orgánica, así que el mejor producto a emplear en invierno son los abonos orgánicos. Los más clásicos son:
Mantillo: producto de textura esponjosa y con alto contenido en materia orgánica. De hecho, las distintas fermentaciones que se producen en él, provocan mucho calor. Su mayor ventaja es el precio y la fácil aplicación; sus desventajas, que huele muy fuerte y desagradable y que en su elaboración no sufre ningún proceso de limpia. De hecho, nos podemos encontrar semillas de malas hierbas que luego invadirán nuestro césped, así como patógenos y sustancias extrañas.
Estiércol: es una mezcla de deyecciones sólidas y líquidas del ganado, junto con otros productos que sirven de cama. Tiene una textura gruesa y su aplicación al suelo suele consistir en abonado de fondo (antes de siembras y plantaciones). Actualmente hay casas comerciales que distribuyen el estiércol en sacos de más fácil manejo y manipulación.
Compostaje: es un proceso de descomposición de la materia orgánica realizado por microorganismos y acelerado artificialmente. La materia prima es de procedencia heterogénea (hojarasca, restos orgánicos de actividades domésticas, etc). El resultado es el compost, abono orgánico no tan eficaz ni homogéneo en sus propiedades como los anteriores, pero con la ventaja de que lo puede realizar cada uno a pequeña escala en su jardín.
También existen otros productos derivados de la ganadería y similares, como gallinaza o purines, que tienen el inconveniente de que no están tratados y son muy fuertes y repletos de sustancias extrañas (semillas, patógenos). Si no se aplican con precaución, pueden ocasionar daños a las plantas.
A nivel doméstico y particular, desde Arte y Paisajes Urbanos, comercializamos y recomendamos un abono orgánico realizado a partir de humus de origen natural y controlado, exento de malas hierbas, alto en materia orgánica (>75%) y rico en nutrientes y macronutrientes. Además no tiene mal olor, se extiende muy fácilmente, de sencilla manipulación (se comercializa en sacos de 80 litros) y está limpio de semillas de malas hierbas.
Con la colaboración de Arte.