Siembra
El ajo, que procede de Asia, es una de las pocas especies que emplean el método de reproducción asexual, por dientes. Se realiza mediante los bulbos que forman las cabeza. Esta se desgrana y, sin pelar, se entierran los dientes en hileras con la parte puntiaguda hacia arriba, dejando unos 20/30 centímetros entre los dientes. Decir, que las hojas (el tallo) alcanzan hasta 30 cm de longitud y las raíces llegan a tener 50 cm de profundidad. Es curioso, sembramos un diente y nos sale una cabeza.
Punta del ajo hacia arriba
La siembra. como en el caso de habas o guisantes, se hace en surcos. Se realiza primero un surco de unos 5 cm de profundidad donde se depositan los dientes de ajo, a una distancia entre ellos de 20/30 cm y 25 cm entre hileras. De esta manera facilitaremos nuestras labores hortelanas: la de cavar entre ellos y quitar malas hierbas. Pero ¡ojo!, como dice el refrán “En Marzo mulle tu ajo, y en abril vuelve a mullir, y en mayo no lo toques ni con el sayo”, no mover la tierra ni en mayo ni en junio.
Distancia entre ajos en hilera
Es conveniente no enterrarlos mucho, basta con hacerlo hasta el borde de la punta, unos 3 centímetros de profundidad y sin apretarlos en la tierra.
Se utiliza la ceniza para conseguir un suelo óptimo
Requiere suelos bien estercolados y ricos en fósforo y potasio, que se pueden conseguir echando por encima ceniza proveniente de la combustión de troncos o maderas. Se plantan entre octubre y enero, “Día que pasa de enero, ajo que pierde el ajero”. Si creemos en nuestra “Luna luna hortelanera” hay que aprovechar la luna menguante, pues se dice que con ello se evita que se salgan de la tierra. Iñaki y yo hemos hecho un pequeño experimento. Plantamos una parte el día 20 de diciembre, en luna menguante y en un suelo con estiércol. La otra la sembramos el 21 de diciembre, en luna nueva y, sin estiércol. En junio os contaré los resultados y diferencias, si las hubiera.
Cuidados
Se riegan una vez plantados los bulbos, pero a partir de ese momento no debemos volver a regarlos, a no ser que la zona y el clima lo requieran. Ya he visto muchas cosechas de ajos echarse a perder por el exceso de agua y por mullir demasiado la tierra. Es conveniente quitar las malas hierbas para que no ahoguen las hojas incipientes, para ello se escarda a menudo, pero sin profundizar demasiado.
Además, debemos tener en cuenta el tiempo que el bulbo está en la tierra. Si lo dejamos mucho enterrado, el ajo se convierte en macho, como dicen los del campo “se machean”, el tallo comienza a tirar del fruto, como ocurre con las cebollas, y la cabeza se queda más pequeña. Si el ajo se hace macho, ya no vale para la siembra. Se asocia bien con los cultivos de fresas, remolacha, patata, lechugas, tomate e hinojo y mal con las leguminosas. Conviene rotar su siembra cada dos años. Su tiempo de maduración es de aproximadamente 6 meses, “Por San Pedro (29/6), saca el ajo, y siembra el puerro. “
Para su recolección, no conviene tirar del tallo. Es preferible ahuecar la tierra con la azada y extraer a continuación las cabezas, las cuales se ponen a la sombra para que se sequen. Posteriormente se cuelgan en ristras.
Ajos recogidos en junio
Plagas
Mosca de la cebolla, tiña del ajo y de la cebolla, polilla… pero sobre todo al ajo, le atacan, más en zonas húmedas, el hongo. Pero esto es otro cantar.
En el próximo post, recuperamos al ajo: Sus plagas y sobre todo sus beneficios, que aporta, tanto a otras plantas como a la sopa de ajo, las gambas al ajillo, el ajo arriero, pollo o conejo al ajillo, setas o champiñones al ajillo… Y como ya se me ha hecho la boca agua, hasta aquí hemos llegado por hoy con el ajo.
Os espero en el próximo post
Seguiremos en 2015 con esta gratificante tarea