La reproducción asexual o vegetativa de las plantas

Este artículo es original de Fernando PGARDENS de Personal GARDEN Shopper

29. La reproducción asexual o vegetativa de las plantas.


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En la naturaleza, algunas plantas pueden reproducirse de forma sexual a partir de semillas, o bien de forma asexual o vegetativa. Casi siempre la nueva planta es genéticamente idéntica al progenitor (un clon), aunque ocasionalmente se pueden dar mutaciones menores. La propagación vegetativa explota esta habilidad natural a través de la separación de partes vegetativas de tejido vegetal como raíces, brotes y hojas.
Los jardineros pueden así multiplicar el número de plantas a partir de un simple ejemplar y mantener en los vástagos características como la variegación.

Los principales métodos de propagación vegetativa son la división, la obtención de esquejes, el acodo y el injerto.

DIVISIÓN
En sentido estricto, la división consiste en separar una planta en varios ejemplares autónomos, técnica que se vale del hábito de muchas plantas de producir una masa de vástagos o yemas muy unidas, formando una mata o corona en crecimiento. La mata o corona puede dividirse en secciones, cada una de ellas con al menos un vástago o yema y sus propias raices.
Se trata de un método rápido y fácil, aunque el número de plantas nuevas que produce no es muy elevado. En climas templados, la división se suele llevar a cabo cuando la planta inicia su desarrollo en primavera. La pérdida de agua es minimizada por la falta de hojas, y las raíces se desarrollan rápidamente para restablecer la planta dividida.
En regiones tropicales, divida las plantas cuando lo crea conveniente; pode siempre el área foliar para reducir la pérdida de humedad y proporcione a los nuevos ejemplares sombra y agua suficiente. Las plantas alpinas que se reproducen por división en su medio natural, como Campanula garganica, Raoulia australis y Saxifraga paniculata y algunas plantas herbáceas con raíces fibrosas, como las aguileñas, Aster, flox y Stokesia, pueden separarse fácilmente, aunque resulta mucho más sencillo trabajar con una corona de plantas jóvenes que con tallos leñosos. La división de las plantas herbáceas con raíces y yemas carnosas, como los astilbes, los heléboros y Hosta (véase inferior, derecha), resulta más dificultosa si no se desea dañar la planta. Las plantas herbáceas semilenosas habitualmente son perennes; entre ellas se encuentran las astelias, los plumeros (Cortaderia), los formios y Yucca filamentosa. Producen hojas afiladas desde el nivel del suelo, agrupadas en densas matas terminales, cada una con sus propias raices y separadas por un margen afilado o pico. Los ejemplares jóvenes son los que ofrecen mayores posibilidades de éxito. Un pequeño número de árboles y arbustos leñosos, entre ellos Acer circinatum, Aesculus parviflora y Aronia x prunifolia, forman matas a partir de vástagos que crecen por debajo del nivel del suelo, y también pueden separarse para formar nuevas plantas. En este caso, es posible extraer las plantas progenitoras jóvenes antes de dividir los grupos, dejando el núcleo central intacto. El término división se utiliza asimismo para referirse a otros procesos similares, como por ejemplo la separación de los vástagos de los bulbos, los cactos y los pseudobulbos de las orquídeas, así como de vástagos enraizados y estolones partir de una planta parental.

ESQUEJES
La multiplicación a partir de esquejes explota la habilidad de algunas plantas en las que un fragmento de tejido vegetal (de tallo, hoja, raíz o yema) puede convertirse en una nueva planta totalmente desarrollada, con sus propias raíces y yemas. En este proceso regenerativo las raíces desarrolladas a partir de un fragmento de tallo, hoja o tejido de yema se denominan raíces adventicias. Para lograr esto, un grupo de células en desarrollo (meristema), normalmente cercanas al corazón del tejido vascular (que transporta la savia), pasa a convertirse en una serie de raíces iniciales (células radicales), que formarán yemas radicales y posteriormente raíces adventicias. También reciben el nombre de raíces inducidas o de herida porque, en la mayoría de los casos, sólo se dan si la planta ha resultado dañada en algún punto, por ejemplo si ha recibido un corte en el tallo. En algunas plantas, como la hiedra (Hedera), los álamos (Populus) y diversas especies de la familia de las labiadas (como el romero y la salvia), las raíces iniciales permanecen en estado latente en los tallos, por lo que enraizan a partir de esquejes de forma fácil y rápida. Unas pocas plantas, como Prunus Colt, forman incluso yemas radicales, normalmente visibles en la base de los vástagos. Por el contrario, las plantas leñosas suelen enraizar con dificultad, ya que la formación de callos puede impedir la formación de raíces, lo cual quizá sea mejor para el injerto.

PREPARACIÓN DE LOS ESQUEJES La mayoría de esquejes se toman del tallo de la planta, y se clasifican entre los que se obtienen a partir de las uniones de las hojas o nudos (esquejes internodales) o justo por debajo de un nudo (esquejes nodales). Los esquejes nodales muestran gran parte del tejido vascular, lo que incrementa las posibilidades de formación de raíces. Otras formas de favorecer el enraizamiento incluyen la incisión, especialmente en plantas leñosas, y la aplicación de hormonas de enraizamiento. También es posible suprimir el ápice en desarrollo a partir de un esqueje con el fin de redistribuir las hormonas naturales de crecimiento (auxinas) hacia el resto del tallo, facilitando así el enraizamiento y el desarrollo de vástagos.

TIPOS DE ESQUEJES
Los esquejes se obtienen a partir de los tallos, las hojas o las raíces de la planta. He aquí los principales tipos:

ESQUEJES TIERNOS Generalmente se obtienen con los primeros brotes en primavera. Poseen el potencial de enraizamiento más elevado, aunque el promedio de supervivencia es bastante bajo. Pierden agua y se secan y rápidamente, además de ser susceptibles de ser aplastados, lo que expondría el follaje y el tallo a la podredumbre.

ESQUEJES JUVENILES Los tallos son todavía jóvenes, pero empiezan a afirmarse. Son más fáciles de manejar que los esquejes tiernos y no son tan propensos a marchitarse.

ESQUEJES SEMIMADUROS Los tallos son más robustos y las yemas ya se han desarrollado. Es posible obtener esquejes con talón, especialmente en perennes de hojas grandes y coníferas.

ESQUEJES LEÑOSOS Se toman de tallos en estado de latencia, por lo que tardan más en enraizar, pero son robustos y no suelen secarse.

ESQUEJES DE YEMAS FOLIARES Con frecuencia se obtienen de arbustos, por lo que constituyen una forma económica de utilizar tallos jóvenes.

ESQUEJES FOLIARES Unas pocas plantas son capaces de regenerar nuevo ejemplares a partir de una hoja o sección de tejido foliar. Entre ellas se encuentran algunos miembros de la familia de las begoniáceas, las crasuláceas y las gesneriáceas. Es posible enraizar hojas de plantas como las clemátides, la hoya y la mahonia, pero no pueden desarrollar yemas, por lo que nunca crecerán como plantas completas.

ESQUEJES DE RAÍZ Un número limitado de plantas que producen de forma natural vástagos a partir de raíces, como Acanthus mollis y Rhus typhina, pueden propagarse a partir de esquejes de raíz. Generalmente sus raices son gruesas y carnosas, con el fin de almacenar alimento para que la raíz sobreviva al producir brotes.

CÓMO TENER ÉXITO CON LOS ESQUEJES El proceso de obtención de esquejes es relativamente sencillo, pero el éxito depende de varios factores. La habilidad inherente a las plantas progenitoras de producir raíces adventicias determinará los cuidados necesarios para que los esquejes enraícen. Además, la condición de los progenitores influye en la calidad del esqueje enraizado. Elija siempre un ejemplar sano, pues las enfermedades o plagas podrían transmitirse al esqueje. El material procedente de plantas jóvenes, especialmente cuando se encuentran en plena etapa de crecimiento, tiene más probabilidades de enraizar. Riegue las plantas progenitoras unas pocas horas antes, de forma que el tejido esté turgente, en especial si va a realizar esquejes foliares. Prepare y plante los esquejes rápidamente evitando de este modo la pérdida de humedad por transpiración. La higiene también resulta esencial si se desea evitar el riesgo de enfermedades en un esqueje al realizar un corte o manipularlo. Mantenga limpios las superficies y el material. Las herramientas para obtener esquejes deben esterilizarse y mantenerse lo más afiladas posible, con el fin de evitar causar daño a las células durante la operación. En climas templados, es posible enraizar esquejes de muchas plantas directamente en el exterior, en una tierra preparada y a la sombra, durante la mayor parte del año. En regiones más frías, resulta vital proporcionar a las plantas un ambiente controlado, ya que el enraizamiento suele ser lento e impredecible. Para favorecerlo, caliente las capas inferiores hasta que alcancen los 15-25 °C; la temperatura ambiental, no obstante, debe ser más baja para evitar favorecer el desarrollo del follaje en lugar del de las raíces. Mantenga siempre húmeda la tierra durante también el aire, sobre todo en el caso de el enraizamiento y esquejes foliares. El tiempo que tarda un esqueje en enraizar depende de la especie en cuestión, del tipo de esqueje, de la edad del tallo, de la forma en que se preparó y de las condiciones de humedad y temperatura. Los esquejes foliares enraizan en unas tres semanas, mientras que los leñosos tardan hasta cinco meses.

ACODO
Algunas plantas presentan una tendencia natural a regenerarse mediante el autoacodo, es decir, formando raíces adventicias a partir de tallos que tocan el suelo.
Entre estas plantas se encuentran las del género Campsis, Hydrangea petiolaris y la hiedra (Hedera). Algunas forman nuevas plantas mediante acodo apical.

El acodo explota la tendencia de algunos tallos en crecimiento de producir raíces en el lugar donde se realiza una incisión, mientras aún se encuentran ligados a la planta original. Una vez enraizados, los tallos o acodos se separan de la planta madre, desarrollándose por su cuenta.
Aunque requiere bastante espacio, el acodo es una buena forma de obtener un número reducido de ejemplares nuevos con relativa fiabilidad, ya que éstos son alimentados por sus progenitores hasta que enraízan.
El acodo implica, en la mayoría de los casos, inclinar el tallo hacia el suelo, como ocurre en el acodo simple y en el acodo en serpentina. En el acodo subterráneo, el acodo bajo tradicional y el más complejo acodo francés, los tallos acodados también se entierran para evitar el etiolado y se podan, lo cual refuerza la energía y ayuda a crear las hormonas de crecimiento necesarias para el enraizamiento en lugares especificos de los tallos. El acodo aéreo se utiliza con tallos que no pueden doblarse hasta el nivel del suelo; en su lugar, se coloca un medio de enraizamiento envuelto alrededor de la rama aérea. A través de una incisión realizada en la corteza, el tallo atrapa el alimento que normalmente se dirige a las raíces, consiguiendo asi energía para el enraizamiento.

ÓRGANOS DE RESERVA Algunas plantas poseen órganos naturales de almacenamiento de reservas que les permiten sobrevivir durante los períodos de latencia hasta que las condiciones para el desarrollo vuelven a ser favorables. Estos órganos de reserva pueden durar varios años o renovarse anualmente, y en ambos casos se trata de un proceso vegetativo de regeneración que es posible explotar para la producción de nuevos ejemplares. Las especies que poseen órganos de reserva suelen denominarse colectivamente plantas bulbosas, aunque sólo algunas son verdaderos bulbos. Los bulbos son tallos comprimidos con una parte basal a partir de la cual se desarrollan races. Cada bulbo contiene una yema con un vástago embrionario o una flor embrionaria completa, envuelta con una serie de hojas carnosas denominadas escamas. En bulbos como los narcisos, los tulipanes las cebollas, estas escamas envuelven completamente las capas interiores; este tipo de bulbo se describe como no escamoso, y está envuelto por una cubierta semejante al papel, llamada túnica, que lo protege del daño superficial y la sequía. Otros bulbos, como los lirios, producen hojas más estrechas y con escamas modificadas que no se encuentran protegidas por una túnica; se conocen como bulbos escamosos y son más sensibles a las sequías. Los bulbos se reproduce mediante vástagos o en ocasiones mediante bulbillos subterráneos y aéreos. Lo más fácil y rápido es fragmentarlos para que se desarrollen de forma independiente. Las plantas con bulbos pueden incrementar su número en gran cantidad mediante métodos diversos, aunque suelen ser más lentos y no siempre dan buenos resultados. Es posible dividir un bulbo en fragmentos, mediante láminas (laminado) o en pares de escamas, cada una con una parte de la lámina basal. Si las condiciones son las adecuadas, es posible provocar el desarrollo de bulbillos sobre las láminas basales, a partir de las láminas o los pares de escamas. Al arrancar un bulbo escamoso del suelo, las escamas desprendidas, si se dejan en el suelo, formarán una nueva planta. En la escamadura, las hojas transformadas en escamas se arrancan de forma deliberada para que formen bulbillos, como ocurre con el laminado y los pares de escamas. En el caso de los jacintos, los métodos más efectivos son el vaciado y la realización de una muesca, que consisten en dañar la lámina basal con el fin de que se forme un tejido calloso que favorece la formación de bulbillos. En la técnica del vaciado, se extrae el centro de la lámina basal, dejando un anillo externo intacto, mientras que en el de la muesca se realizan dos cortes superficiales en ángulo recto sobre la lámina basal. Algunas plantas bulbosas producen diminutos bulbos (bulbillos subterráneos) o estructuras parecidas a bulbos (bulbillos aéreos), que enraizan en el suelo o bien se arrancan para formar nuevas plantas.

CORMOS
Se forman a partir de la base subterránea del tallo, y desarrollan una especie de escamas de textura parecida al papel, así como yemas, de las cuales una o dos alcanzan la superficie. En la mayoría de los casos, el cormo se renueva cada año, formándose en la base del tallo de la estación en curso, sobre el cormo anterior. Alrededor del cormo parental pueden formarse cormos diminutos, llamados cormelos, que pueden utilizarse como medio de propagación.

RIZOMAS Se desarrollan normalmente en tallos subterráneos, bien sean éstos gruesos, como en el caso de los lirios barbados, delgados, de amplia distribución y desarrollo rápido, como el de Elymus repens, o en forma de corona, como el del espárrago. Los helechos producen también una serie de estructuras rizomatosas. Cuando el rizoma crece, con frecuencia se divide en varios segmentos, cada uno con diversas yemas que se desarrollan cuando las condiciones son favorables. Los segmentos pueden cortarse para la propagación. Algunos rizomas parecen raíces carnosas; en ese caso podemos tratarlos como esquejes de raíz.

TUBERCULOS DE RAÍZ
Son partes abultadas de las raíces de algunas plantas, incapaces de formar yemas adventicias excepto en la corona. Una vez las yemas han producido vástagos y han agotado las reservas, los tubérculos mueren, pero durante el período de desarrollo se forman otros nuevos. La planta puede multiplicarse si se arranca una sección de la corona que tenga una yema.

TUBERCULOS DE TALLO Son tallos modificados, con las mismas funciones y ciclo vital que los tubérculos de raíz, pero con un mayor número de yemas sobre gran parte de su superficie. Muchos tubérculos pueden provenir de una sola planta, como en el caso de la patata (Solanum tuberosum). Los tubérculos de especies vivaces como Anemone coronaria aumentan su tamaño en la estación de crecimiento, produciendo hojas y flores en la parte superior, y raíces en el otro extremo O en ambos. Para propagar tubérculos de tallo, extraiga esquejes basales o córtelo en fragmentos.

PSEUDOBULBOS Se encuentran únicamente en las orquídeas simpodiales como Cymbidium. Con frecuencia semejan yemas, pero en realidad son tallos gruesos que salen de un rizoma. Los pseudobulbos pueden dividirse de varias formas cortando por el rizoma.

OTROS ORGANOS DE RESERVA
Ciertas plantas, por ejemplo Saxifraga granulata y algunas especies del género Kalanchoe, desarrollan yemas redondeadas, parecidas a bulbos, en las axilas de los vástagos. Pueden propagarse del mismo modo que los bulbillos o los cormelos. En algunas plantas acuáticas, por ejemplo la Hottonia, estas yemas son relativamente grandes y se conocen como turiones. Cuando maduran, las yemas se separan de la planta progenitora y en primavera alcanzan la superficie para desarrollarse como plantas nuevas.

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