Estos están destinados a mejorar las propiedades del suelo, con humus joven de evolución rápida y nutrientes minerales importantes, también sin olvidar que mejora la población microbiana del suelo.
Otra cualidad de utilizar abonos verdes es que protegen el suelo de la erosión de la lluvia y el viento, y evita la excesiva radiación solar que acabaría con la población microbiana de nuestro suelo.
¿Qué plantar?
Las leguminosas son las más empleadas dada su capacidad para fijar el nitrógeno atmosférico, en favor de los cultivos siguientes.
Estas destacan por tres razones, crecimiento rápido, follaje abundante y una habilidad de crecer bien en suelos muy pobres.
Algunas de las más empleadas son: Trébol, Guisantes, Habas, Alfalfa, Altramuz silvestre, Alholva o albolga.
Cómo hacerlo
Preparamos el terreno, debe estar libre de malas hierbas, sembraremos lo más uniformemente posible. (Si son muy grandes, hacer pequeños surcos y sembrarlas en hileras). Una vez germinadas las semillas, dejar crecer hasta justo antes de la floración.
Segar y, si se puede y se cree conveniente, picar. Enterrar a una profundidad de unos 10-20 cm.
Tres o cuatro semanas después ya se pueden sembrar o trasplantar los cultivos del huerto.