En la antigüedad al ciprés le han marcado con un fuerte carácter sagrado, pero también cercano a la magia de los ritos, los hechizos y a la muerte, ya que no resulta difícil encontrar el camino de los camposantos con cipreses a modo de parapeto, en las avenidas del lugar donde reposan los que ya no están con nosotros, además de representarse en multitud de tumbas como llamamiento a la esperanza de la vida tras la muerte.
A lo largo de la historia
El ciprés posee diversas interpretaciones que se le adjudican, puesto que son múltiples ya que su forma estilizada y alargada, despierta las simbologías más controvertidas: desde símbolos relacionados con la potencia sexual a la sugerencia de la inmortalidad debido a su gran resistencia a las bajas temperaturas. En los inviernos más duros podemos disfrutar de la majestuosidad de los cipreses que continúan, impasibles, intentando tocar el cielo con sus, en alguno casos, hasta 30 m. de altura.
Desde los tiempos más remotos, han llegado a nosotros diferentes atribuciones divinas y sanatorias de esta conífera. En la época clásica en la que los romanos extendían sus territorios a lo largo y ancho de Europa, se adoraba a varios dioses. A algunos de ellos se les representaba con elementos de la flora y de la fauna. Así pues, el olivo era un árbol consagrado a la diosas romana de la sabiduría, Minerva, el ciprés era venerado en los cultos a la divinidad de los infiernos, Plutón.
Si miramos hacia la parte oriental del mundo y nos adentramos en el fascinante mundo de la medicina natural, veremos que al ciprés se le asociaba la idea de la eternidad. Los frutos y semillas del mismo eran utilizados como remedios para otorgar al cuerpo una mayor fortaleza y protección.
Serían los chinos los que aprovecharían del ciprés su lado más espiritual, si bien los japoneses emplearían su resistente y longeva madera en rituales y en templos. Por tanto, los conceptos de la vida y de la muerte están íntimamente ligados, desde antaño, con la figura de los cipreses.
'Siempreverde'
A muchos les sigue resultando fúnebre la silueta de este árbol perenne, y es que nadie duda de su aspecto noble y desafiante. Tal y como reza su nombre científico, el 'cupressus sempervirens', el ciprés se jacta del verdor de sus ramas durante todo el año.
Su veneración masiva en las diferentes culturas que han poblado la tierra, hacen muy difícil establecer un lugar exacto de nacimiento, si bien, la zona de Mediterráneo Oriental es la más refutada ya que el nombre de la isla de Chipre (Cyprus) guarda voces etimológicas comunes.
Su madera no se cotiza tanto en el mercado como otras como las de roble o pino, pero el gran olor que desprende su corteza fina y color pardo claro, semejante al del cedro, es bastante apreciado en la industria de aromas. De su tronco puede llegar a alcanzar los 60 cm. con la tercera década de vida. Trabajar con madera de ciprés es fácil porque seca pronto y admite bien el tratamiento.
En cuanto a las hojas, señalar que su característico verde mate y su forma plana, escamiforme y delgada. De su cultivo hay que anotar su crecimiento rápido y la tolerancia a suelos de casi cualquier tipo, puesto que no es muy exigente con el sustrato. Las semillas son el principal método de reproducción, pero también se acude al injerto.
La circulación se beneficia
Su presentación contempla las gotas, la esencia, la pomada y el extracto. En la casa, pueden utilizarse ambientadores de ciprés, ya que desprende un olor muy agradable y no pesado. En cuanto a nosotros mismos, su aplicación tiene beneficios para la piel, el aparato circulatorio y el digestivo. También alivia dolores reumáticos y puede actuar como anti inflamatorio aplicado localmente.
Ayuda igualmente en casos de varices y hemorroides, mientras que constituye un buen remedio para las verrugas superficiales. Sus aceites esenciales permiten colaborar en una buena circulación de la sangre y en un mejor aspecto de la dermis, pero hay que tener precaución puesto que se han presentado casos de hipersensibilidad. Resulta de vital importancia que en el tratamiento natural de cualquier dolencia, se consulte con un especialista médico primero.