Y cuando estaba allí, herramienta en mano, con mi padre al lado, me sentía mayor. Y quería demostrarles a ellos que era capaz de trabajar como el que más y que ya era un hombre. Jajajaja.
Un hombrecito que con mi cuerpecillo menudo y frágil, poca cosa podría hacer. Pero era feliz. Porque estaba con ellos.
Ahora esos tiempos pasaron y en las aldeas ya son pocos, por no decir ninguno, los vecinos que tienen vacas en casa y que producen su propio estiércol para abonar las fincas en las que después se sembrarán las patatas, las coles, los tomates y las lechugas.
Corren otros tiempos, más modernos y sofisticados donde los abonos son granulados de liberación lenta, y que se compran por sacos en una tienda, que en muchos casos, lo más cerca que el vendedor estuvo de una huerta fue al pasar al lado de un huerto urbano de camino al bar para tomar café. Con excepciones que no me gusta generalizar.
Pero algunos todavía nos resistimos, y cuesta no te vayas a creer, y cavamos nuestra tierra a mano, como se hacía antes, y abonamos con paja, hojas secas, y algún que otro abono, como por ejemplo el de caballo o el de las gallinas.
Y a este punto quería llegar yo. Al gallinero y nuestras amigas las gallinas y otras aves de corral.
Porque no ocupan mucho sitio, y tampoco dan demasiado trabajo, y por encima nos surten de huevos para toda la familia e incluso de carne, si criamos pollos.
Pues además de todo esto también nos pueden proporcionar un fabuloso abono para nuestra huerta.
El abono de gallinácea o gallinaza. Este abono constituido por los excrementos de las aves y la paja o hierba seca con la que preparamos sus camas tiene un alto contenido en nitrógeno y calcio.
Faisanes, codornices, pollos, pavos son algunas de las especies pertenecientes al orden de las galliformes de las que podemos utilizar sus excrementos para la elaboración de abono.
Para aumentar la producción de estiércol lo que podemos hacer es preparar un purín de gallinaza mezclando los excrementos de estas con agua.
Es recomendable, aunque nosotros lo hemos utilizado sin dejar fermentar durante mucho tiempo, dejarlo reposar durante dos o tres semanas y removiendo la mezcla cada día. Y es que tengo que decir que lo solemos utilizar cuando el estiércol lleva meses en el gallinero.
Nosotros no lo utilizamos como abono foliar y regamos, siempre rebajado con agua, directamente a la raíz para evitar posibles problemas de contaminación de las cosechas.
Como norma general lo utilizamos siempre en los primeros estadios de crecimiento de la planta, después de una o dos semanas desde la plantación.
Es un abono muy concentrado que hay que utilizar con precaución y si tenéis alguna gallina con algún tipo de enfermedad, ante la duda de si sus excrementos son viables o no, es mejor no usarlo por seguridad.
Tampoco es recomendable abusar de su uso y tener precaución si se va utilizar en fincas cercanas a alguna zona fluvial ya que podría filtrarse y contaminar fuentes o riachuelos.
En el siguiente vídeo os muestro cómo elaboramos nosotros el abono de gallinácea. Espero que os guste.
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