(Imagen/ Flickr: weisserstier)
La preferida para los rincones más sombríos es la hiedra. Se trata de una planta rastrera de hoja perenne que forma largos tallos en los que brotan zarcillos. Éstos, al contactar con el suelo, se convierten en raíces subterráneas. Si tras haberse formado un cepellón nuevo, cortamos el tallo por la mitad, obtendremos nuevos ejemplares.
En apenas una temporada el suelo estará cubierto la hiedra, es decir, de brillantes hojas verdes o policromadas. Una magnífica elección es dejar crecer entre la hiedra, de forma silvestre, grupos de narcisos. El resultado es formidable, ya que las flores blancas y amarillas contrastan con el verdor de las hojas.
(Imagen/ Flickr: bengt-re)
Y si en verano quieres conservar este efecto, siembra narcisos blancos de floración estival, Ehrlicheer, o los trompones de color blanco con amarillo, Avalanche, que cuentan con, aproximadamente, de 9 a 12 flores en cada tallo.
(Imagen/ Flickr: ceasol)
La hiedra Goldheart es una variedad de gran belleza. Es multicolor y sus hojas presentan un centro de color amarillo vivo, que en la sombra parece centellear. Al podarla, la planta se mantendrá joven. Por otro lado, un consejo es introducir en un ramo de flores unos tallitos de hiedra.
(Imagen/ Flickr: Joel Carnat)
Otra opción, la pachysandra
Pequeño semiarbusto de hojas perennes, excelente en suelos secos y sombríos, como, por ejemplo, bajo arbustos y árboles. Es capaz de soportar algo de sol, tan sólo demandará más agua. Las hojas son verde brillante, con apariencia de cuero y de forma oval y aserrada.Se extiende a través de una especie de rizomas, de los que germinan tallos con hojas de una altura aproximada de 30 cm. De esta manera se forma una mata cubriente que, para llegar a ser densa, necesita seis plantas por metro cuadrado. No suele podarse, salvo que se esparza demasiado.
La Pachysandra Comienza a florecer en abril, brotan flores muy pequeñas de color que oscilan entre rosa y crema claro.
Se recomienda cultivar algunos bulbos primaverales, que crezcan silvestres entre las pachysandras. Dará un toque diferente a tu jardín.
(Imagen/ Flickr: Muffet)
¿Las quieres con flores?
No hay problema, puesto que hay algunos ejemplares de plantas tapizantes florecientes. Entre ellos, hemos seleccionado dos que aportarán un colorido excepcional:La siempreviva menor: se trata de una variedad muy práctica, ya que crece en cualquier tipo de suelo, desplegándose hasta convertirse en una ancha alfombra de color rojo.
Es una especie rastrera que alcanza los 10 cm. de alto y presenta hojas con tonos morados, que en verano se tornan en un flamante rojo carmesí.
Su reproducción se lleva a cabo dividiéndola. Si hay partes que se han extendido en exceso, se recomienda podarlas. Está recomendada para crecer debajo de árboles o arbustos que tengan las raíces en la superficie.
Los lirios de los valles o Convallaria majalis: aptos para volverse silvestres, destacan por su embriagador aroma.
(Imagen/ Flickr: free photos & art)
Un suelo fértil y rico en humus es su mejor caldo de cultivo y, mientras pueda buscar su camino en una total o parcial sombra, se desarrollará de forma correcta hasta forjar una densa y olorosa manta. Se extiende a través de finos rizomas, de los que brotan las hojas, verdes y puntiagudas. Alcanza como máximo 20 cm. de altura y, siempre que crezca a su aire, florecerá durante decenas de años.
Es en mayo cuando los tallos con las brillantes campanillas blancas hacen su aparición, creando un hermoso contraste con las hojas.
Y, si quieres tenerlas en casa, las puedes trasplantar a macetas, y después de la floración volver a colocar las plantas en el jardín.
En este periodo, afloran unas bayas de pequeño tamaño, rojas, de dulce sabor, pero altamente tóxicas. Así que tendremos mucho cuidado, sobre todo si nuestro jardín es frecuentado por niños.
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