A pesar de su sabor algo amargo, que se puede disimular mezclándola con otras hierbas como anís, las propiedades de la centaura la hacen ideal para las digestiones y para regular el azúcar en la sangre.
A esta hierba se la conoce como cardo santo, cardo bendito, centaura, o centaura áspera. Su nombre latino es cnicus benedictus. Los médicos griegos ya escribieron sobre sus virtudes y está incluida dentro de las Flores de Bach.
Es eficaz para tratar trastornos como la inapetencia o la falta de apetito, ya que al tratarse de una hierba amarga, ayuda a estimular los jugos del estómago. También sirve en caso de digestiones pesadas, gracias al citado principio de estímulo. Es indicada en caso de congestiones del hígado, ya que reequilibra sus funciones. Tomada después de las principales comidas, aumenta la cantidad de bilis, la cual ayuda a digerir la comida eficazmente. Por lo tanto, es indicado tomar una infusión de esta planta después de comidas abundantes o grasientas, sobre todo en personas con problemas de vesícula.
Se ha utilizado durante años para tratar diabetes y para desinfectar heridas, dadas sus propiedades antibióticas. Es indicada también para los cuadros de debilidad general y para tratar otros problemas digestivos como la flatulencia.
La dosis adecuada para una persona adulta es una cucharada de hierbas por cada vaso de agua, aunque también podemos encontrarla en cápsulas. Conviene dejarla macerar toda la noche antes de tomarla para aprovechar al máximo sus propiedades curativas. También puede tomarse en infusión en la misma proporción, dejando que repose unos tres o cuatro minutos. Si su amargor nos desagrada, podemos mezclarla con otras hierbas como anís, menta, manzanilla, o bien reducir el tiempo de infusión.
Su uso no se recomienda a mujeres embarazadas. Tampoco es recomendable superar las dosis indicadas, ya que puede irritar los riñones, y provocar vómitos y sensación de ahogo.
Yo vosotros/as ¿soléis trataros con infusiones?