En las zonas boscosas de la ladera norte de la Sierra de Villafranca, en la franja comprendida entre los 1200 m y los 1500 m de altitud, los cerezos silvestres (Prunus avium L.) son árboles muy frecuentes. El clima posibilita su presencia y permite su desarrollo natural.
Rebollos, sauces y cerezos silvestres
Pensamos que estos cerezos de monte son de origen silvestre pues no se encuentran próximos a fincas cultivadas actualmente o a otras que se hayan cultivado con anterioridad. Se presentan como una especie secundaria en los bosques de esta zona de montaña, la franja de altitud descrita está ocupada por bosques donde predominan los rebollos (Quercus pyrenaica) y los sauces (Salix spp.). En los montes de la Jura, Navacavera y de La Mata es frecuente encontrarlos si buscamos en sus barrancos, en zonas próximas a los cauces de agua, bordes de prados, caminos o veredas, siempre en zonas húmedas con suelos profundos y que permitan la exposición directa de sus copas a la luz solar.
Por aquí también son frecuentes los guindos silvestres o asilvestrados (Prunus cerasus L.) y cerezos cultivados en las huertas.
Cerezos silvestres junto a un prado
Los cerezos
Son árboles de la familia de las rosáceas, con hoja caduca, su copa es recta, con forma piramidal y llegan a alcanzar los 30 m de altura.
Los troncos presentan una corteza lisa y anillada, con los años se resquebraja.
Cerezos silvestres en una vereda
Las hojas son más pequeñas y los peciolos son proporcionalmente más largos los de los guindos y de los cerezos cultivados. La forma es obovada u oblanceolada, con márgenes aserrados o crenados. El haz es de color verde mate, sin pelos y el envés ligeramente pubescente. El peciolo presenta dos glándulas rojizas o negruzcas. En otoño el color verde oscuro de las hojas vira a un espectacular rojizo anaranjado.
Cerezos y rebollos
Necesitan terrenos húmedos pero no encharcados y una intensidad lumínica elevada para reproducirse, germinar y desarrollarse, por lo que huyen de la competencia directa de otros cerezos y de las copas de otros árboles. Es fácil encontrarlos en los claros del bosque, próximos a los caminos o las zonas de praderas.
Excrementos de zorro con semillas de cerezas silvestres
Se reproducen mediante semillas, contribuyen a su distribución muchas especies de aves (mirlos, zorzales, tordos, arrendajos, cuervos, herrerillos, etc.) y algunos mamíferos, entre los que destacamos los zorros. En al época en la que las cerezas maduran hemos encontrado muchas deyecciones de zorros con semillas, a veces a grandes distancias de las matas de cerezos silvestres.
Mata de cerezos de monte
Es frecuente que las heladas tardías no permitan que algunos años la floración fructifique pero estos árboles también se reproducen vegetativamente mediante brotes de sus raíces. Por esta razón es frecuente encontrarlos formando pequeñas matas de cerezos silvestres donde conviven árboles de distintas edades.
Flores de cerezos silvestres
Las flores
Estos cerezos se incluyen en el género prunus, de la familia rosaceae, como los ciruelos o los melocotoneros. Las flores surgen antes que las hojas, son olorosas, presentan cinco pétalos de color blanco, cinco sépalos, numerosos estambres y un solo pistilo.
Flores de cerezos de monte
Presentan simetría radial y se disponen agrupadas en fascículos umbeliformes.
Las flores son autoincompatibles y necesitan de la laboriosidad de los insectos polinizadores para fructificar.
Cerezos silvestres en flor
La floración es tardía y todos los años, hacia mediados del mes de mayo, se reproduce el espectáculo de los cerezos silvestres en flor en la sierra. En este momento las copas de todos los cerezos son de color blanco.
Floración natural de cerezos en la sierra
No son tantos ni tan tempranos como los cerezos cultivados en el próximo valle del Jerte pero éste es un fenómeno cien por cien natural y suele coincidir con la floración de los múltiples majuelos, o espinos blancos, con los que comparten hábitat. Si tenéis ocasión no dejéis de visitar una de las zonas donde existan cerezos silvestres en su época de floración.
Cerezas de monte
Las cerezas
Son cerezas muy pequeñas, pesan entre 2-4 gr y miden entre 9-14 mm. Primero son de color verde, después amarillento, luego rojo y cuando están bien maduras su color es granate. De forma globosa o ligeramente cordiforme.
Cerezas silvestres maduras
Suelen madurar a partir de mediados del mes de julio.
Proporcionalmente tienen el hueso más grande y menos pulpa que las cerezas cultivadas y las guindas. Cuando están bien maduras estas cerezas son muy jugosas, con sabor dulce, ligeramente amargo y muy aromáticas.
Cerezas silvestres: fruto, hueso y semilla
Fruto, hueso y semillas de cereza silvestre, guinda y cereza cultivada
Al abrir varios huesos de cerezas silvestres hemos comprobado que casi todos contienen semillas viables. Esta propiedad, que no presentan la mayoría de las cerezas de los cerezos cultivados, facilitará su reproducción natural si encuentran las condiciones apropiadas.
Hoja y cerezas de cerezo silvestre
Curiosidades
La mayoría de las variedades de los cerezos cultivados proceden de cerezos silvestres.
La madera de estos cerezos es dura, veteada, de grano fino y con tonos rojizos. Es excelente para ser torneada y fabricar muebles e instrumentos musicales. Por esta zona existen antiguos muebles de madera de cerezo, escaños, camas, alacenas, armarios, etc., aunque es mucho más habitual que sean de madera de nogal.
Cerezas de monte en el árbol
Patrón franco de cerezo silvestre en la huerta
En los inviernos de la segunda mitad del siglo pasado era muy frecuente observar por estos montes personas arrancando multitud de pequeños cerezos. Su destino eran las comarcas próximas de cultivo de cerezos donde servían de patrones. La mayoría de los viejos cerezos que allí existen están injertados sobre cerezos silvestres de esta zona. Hoy esta práctica extractiva no existe, suponemos que se utilizan patrones comerciales, esto hace que cada año haya más cerezos de monte en esta sierra.
Ya sabéis que nosotros hemos utilizado algunos cerezos silvestres (sembrando semillas, casi siempre) para injertarlos. Aprovechando su rusticidad y capacidad de adaptación hemos conseguido cultivar nuestras propias cerezas en la huerta.