Los tomates son plantas de la familia Solanaceae, originarias de la región de los bajos andes, abarca el actual sur de Colombia, Perú y el norte de Chile. En México los aztecas los cultivaban y desde allí fueron traídos a España en el siglo XVI. Aquí y en Italia se consumieron desde el principio, sin embargo, en otros países se utilizó como planta ornamental y a veces se la consideró venenosa. A partir del siglo XX se extendió su cultivo y su consumo como alimento en todas las zonas con clima cálido y templado del planeta.
Algunos autores afirman que los primeros tomates que llegaron a Europa eran de color amarillo, de hecho en Italia se los llamó inicialmente “mala aurea” o “pomodoro”, manzana de oro.
Ya sabéis que sembramos nuestras propias semillas y que todos los años compramos en el mercadillo unas plantitas de tomates. Entre las plantas compradas este año, dos nos han dado unos hermosos tomates amarillos. Nos sorprendieron, los tomates pasaron del color verde al amarillo, el abuelo estuvo esperando que se pusieran rojos hasta darse cuenta de que ya estaban maduros.
Las plantas son de crecimiento ilimitado (son una variedad indeterminada) y han alcanzado en los tutores una altura de metro y medio. Su cultivo ha sido idéntico al de los otros tomates.
Las plantas han crecido sanas y hasta el final del cultivo no les ha afectado ninguna plaga ni enfermedad. Nos ha llamado la atención la presencia de numerosos pelillos en los tallos y hojas (tricomas) que podría ser un indicador de su rusticidad.
Las flores son semejantes a las de las otras variedades, se disponen en racimos con una flor terminal y tienen cinco o más sépalos verdes, otros tantos pétalos de color amarillo y los estambres soldados.
Son tomates tardíos, los comenzamos a cosechar a mediados del mes de agosto y a finales de septiembre aún siguen en plena producción.
Son de tamaño medio, de forma ligeramente oblonga y asurcados. Llaman la atención por su brillante color amarillo con tonos verdes en al zona próxima al pedículo.
La prueba de fuego, ¿cómo son para el consumo?
Pues aunque al tacto son firmes, tienen pocas semillas, su sabor es ligeramente ácido, no son amargos, ni harinosos en boca, su piel no es fina y tienen poco olor y poco aroma a “tomate”.
Además, como os contamos en la entrada de como >cosecharlos, los tomates rojos son ricos en licopeno, un maravilloso antioxidante natural capaz de disminuir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer (1). Los tomates rojos contienen unos 43,92 mg de licopeno por 100 gr, los amarillos 5 mg/100 gr.
Por lo tanto a pesar de su espectacularidad no merece ser una de las variedades de las que guardemos semillas e intentemos reproducir el próximo año. Seguiremos cultivando nuestros tomates autóctonos de los tipos cherry, tres cantos y marmande y volveremos a comprar otras plantas a ver si tenemos más suerte.
(1) Ingredientes bioactivos en el tomate: los licopenos
V . Fernandez Ruiz y otros. Nutrición clínica y dietética hospitalaria. Vol 27, N° 3. 2007.