Las tierras varían según su composición. Según la proporción de cada componente, se tipifican de esta manera:
-Tierra arcillosa: es aquella en la que la arcilla puede encontrarse en una proporción mayor al 30%. No es adecuada para el cultivo.
-Tierra calcárea: es blanquecina y suele resquebrajarse con el frío. La cal es primordial para la vida de las plantas. Una tierra sin cal es completamente estéril. No obstante, es necesario que no esté en menor proporción de un 5% ni que tampoco exceda del 10%.
-Tierra arenosa: contiene más de un 70% de arena. Las tierras arenosas exigen demasiado cuidado porque filtran y hacen correr el agua rápidamente, resecándose. Precisan mucho riego y abono. Mejoran si les agregas un poco de tierra caliza.
-Tierra humífera: es la tierra perfecta para las plantas por su fertilidad. Pero presta atención a lo siguiente: cuando el humus es excesivo o cuando las materias orgánicas han fermentado debajo del agua, suele producirse una descomposición y las plantas se queman.
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¿Cómo fortalecer la tierra?
Si ves que la tierra que compraste se ha puesto blanquecina, puede que esté perdiendo sus nutrientes y esto, por supuesto, afectará a tus plantas. Sin embargo, no debes alarmarte, dado que tiene solución. Para recuperarla, retírale la capa de la superficie, remueve el compost y abona con resaca y humus de lombriz. Procede de la misma manera para que la tierra se mantenga siempre enriquecida. Aunque no esté dura, realiza una renovación de superficie tres veces al año.
¿Qué te ha parecido este tipo de tierra para tus plantas? Deja tus comentarios.