Bancal con lechugasFinalmente he decidido comenzar comprando un poco de plantel, ya que las gallinas, cuando se colaron donde estaba haciendo el bancal de hortalizas de hoja, acabaron con todas las pequeñas lechuguitas que había transplantado hace poco. Es un comienzo. Para no perder la primera producción. Pero no desisto en mi intención de hacer todo el huerto desde la semilla. Además, mi gata, ha sido un factor que me ha hecho decantarme a poner algunas plantas en el bancal vacío. Con toda esa tierra mullida, recién labrada y sin las lechugas que se habían comido las gallinas, era una arena perfecta. Salía de casa y hacía sus necesidades ahí (antes de que saliera yo como un loco gritando para que se fuera a otra parte) y luego se daba una vuelta por la zona. Para evitarlo bastó con poner el plantel de lechuga recién comprado y labrar un trozo de tierra cercano y sin uso. Rápidamente cogió la indirecta y se fue a su nuevo sitio.
Una vez más me he decantado por mezclar dos variedades. Una de hoja morada, estilo roble, y una de hoja medio rizada verde, que para variar, en la tienda no saben que variedades son exactamente. La verdad es que las he comprado receloso. El año pasado compre algo de este plantel y no fue nada bien. Aquí, en Santiago de Compostela, en invierno las cosas no tiran como cuando estaba en Barcelona. Aquí todo va más despacio. Como si se dieran de cuenta del ritmo de la ciudad, siendo Santiago, como es de suponer, una ciudad más tranquila.
Por otra parte he comprado un poco de plantel de puerro, mientras los semilleros no crecen. Es una planta que en mi caso siempre me ha resistido bastante bien. Aguanta el frío del invierno, aunque no crezca muy rápido y ocupa poco. Eso sí, hay que acordarse de ir tapándolo a medida que crece, para que la zona verde blanquee y tengamos un puerro más largo. Sino se queda cortito y con la zona blanca de uno o dos dedos de ancho.