Los árboles para tu jardín pueden ser bellos, aíslan del ruido y del viento tu jardín, dosifican la luz, dan sombra, y oxigenan la zona con mayor intensidad que el resto de tus plantas.
En este sentido, los árboles para tu jardín se complementarán con las flores y protegerán, en cierto punto, el resto de plantas más delicadas.
Mientras en una terraza el amante del mundo vegetal tendría que conformarse con un bonsái, al tener una zona verde en su casa podrá optar por los reyes del bosque en su versión doméstica, que se elevarán con orgullo del suelo, desde su variedad, frutal, hasta lo puramente ornamental.
La forma de los árboles
A la hora de elegir los árboles tenemos que tener en cuenta que estos morarán en un lugar de tamaño concreto.Éste nunca variará, igual que la potencial altura y ‘colonización’ del sujeto arbóreo.
Así hay que escoger especímenes pequeños, o que puedan ser controlados por la poda y otros cuidados.
Hay cuatro tipos básicos de acuerdo con la forma y el crecimiento del árbol: los fastigiados, los llorones, los cónicos y los extendidos.
Los fastigiados serían los más apropiados para áreas pequeñas, ya que sus ramas se extienden hacia arriba, con la copa más o menos estrecha y vertical, como el cerezo y el ciprés.
Si lo que se busca es crear muchas sombras, es mejor optar por otros de clase extendida.
Y si se tiene un espacio grande, se puede probar con un llorón, como el sauce.
El tamaño también se debe considerarse en conjunto. Por lo general, será más fácil combinarlos en bajo número y tamaño.
Habrá que pensar dónde proyectan la sombra y no ponerlos muy juntos.
Las hojas del árbol dependen del tipo de jardín
Otra incógnita a resolver cuando se coloca un árbol en un patio o jardín es qué se quiere que viva a su alrededor.De esta manera, hay que preguntarse si el nuevo inquilino va a ser de hoja perenne o caduca.
Una especie del primer tipo vendrá a crear una sombra permanente y esto será más correcto para tapar construcciones, zonas para el descanso con muebles, para el recreo o, incluso para aparcar el coche.
También nos servirá para cortar el viento y resguardar a las plantas más débiles.
En el caso de necesitar un tipo perenne puedes barajar muchas opciones: olivo, el roble sedoso, el ficus benjamina, ceratonia siliqua, laurel, pino, alcornoque .
Si el follaje es caduco, en invierno se conseguirá que las ramas desnudas permitan el paso de la luz y, por tanto, que las plantas obtengan su aporte para crecer.
En verano, de nuevo habrá hojas y, renovado, el árbol, proporcionará frescas zonas umbrías, y minimizará las exposiciones de sol intenso.
Por ejemplo, si se tienen jacintos o narcisos, es mejor que se juegue la baza de las hojas que reviven estacionariamente.
Hay bastantes especies entre las que elegir: fresno, ficus carica, almendro, ciruelos, quejigo, roble o sauco.
Planta según tus objetivos y limitaciones
Una vez que estratégicamente se ha decidido la ubicación, hay que elegir la decoración que vamos a crear:Pueden ser árboles con flores, con frutas o sin ninguna de ellas.
Los exclusivamente floridos son los más deseados en los jardines y son los llamados ornamentales, de mero valor estético.
Para un crecimiento rápido se puede contar con el sauce, el álamo o coníferas en general.
Álamo
Si se quiere sombra hay que informarse sobre el tilo, el fresno o las catalpas.
Catalpa
Si se quiere un bello color en otoño se intentará con un gingko, un tulipanero o un precioso liquidámbar, para jardines grandes.
Gingko
En versión menor, para pequeñas ‘superficies’, son bonitos el acer palmatum, crespones, rhus typina, el abedul péndulo o el arce japonés.
Acer palmatum
(Imagen/ Flickr: M.Martin Vicente)
Entre los frutales que entran en esta categoría se puede hallar al limonero y el naranjo, con su bonito azahar y su exquisito aroma, y si el clima es cálido, se puede hablar de cerezos.
Limonero
Si queréis ver flores en invierno, los nísperos ofrecerán una grata visión y, para retos, en febrero el sauce caprea despierta del letargo en zonas húmedas y sombrías.
Níspero
(Imagen/ Flickr: J.G. in S.F.)
Consejos de inicio
Hechas las decisiones y adquisiciones, se ha de comprobar que nuestro suelo tiene a poder ser una textura intermedia, un ph neutro y que tiene la profundidad adecuada.Tener una tierra arcillosa o arenosa hará que cualquier intento carezca de éxito.
La mejor época para insertar las nuevas compras es otoño o primavera.
Igualmente hay que informarse en un establecimiento especializado sobre abonos y sobre si se puede trasplantar directamente, o se necesita de un paso intermedio de adaptación.
Lo normal es primero tener el árbol en maceta, pero, en cualquier caso, hay que considerar que no será lo mismo una ‘pieza’ con la raíz desnuda, que una embalada en una turba.
Evidentemente también habrá que proveerse de las herramientas adecuadas para su poda y dirección, y para evitar plagas.
Existe una idea absurda de que los árboles necesitan menos atención que las plantas ‘bajas’ y arbustos, pero un árbol es fundamental para el planeta, y lo puede ser también para tu jardín y tu disfrute personal.