(Imagen/Flickr: Angel T.)
Una de las plagas muy común en el centro-sur de Europa es la oruga procesionaria o Thaumetopoea pityocampa, tal y como se la conoce en el mundo científico, y su principal víctima son los pinos, aunque también ataca a cedros y abetos.
Es en verano cuando la mariposa procesionaria pone sus huevos en las copas de los árboles de las que nacerán, a los 30 o 40 días, las molestas orugas.
Las larvas comienzan a alimentarse de las finas púas del árbol provocando la caída prematura de sus hojas en el mismo momento en el que se produce la eclosión
A pesar de inducir un deterioro notable no es letal para los pinos, a no ser que sean especies pequeñas, en tal caso podrían llegar a secarse.
Debido a su gran voracidad los daños más agresivos causados por este insecto se dan a finales del invierno.
Al cabo de aproximadamente un mes de alimentación, las orugas descienden al suelo y se entierran para llevar a cabo la metamorfosis.
(Imagen/Flickr: J.Coelho)
Cómo detectar a la oruga procesionaria
Descubrir la presencia de esta plaga no es complicado ya que se extenderá por el tronco y ramas del árbol, provocando sequedad en las acículas (púas).
Además, los bolsones de seda que les dan cobijo durante el frío invernal son bastante visibles.
Acabar con la oruga procesionaria:
Cuando la procesionaria se encuentra en su primera fase de crecimiento se deberán realizar tratamientos preventivos fitosanitarios. Pulverizando la copa del árbol con productos específicos para este tipo de plagas impidiendo, de esta forma, la continuación de su desarrollo.
A partir de primavera los daños, provocados por la oruga adulta, serán evidentes y notables. La única solución posible dañará al resto de insectos localizados en la planta: Insecticidas químicos.
Por lo tanto, es muy importante anteponerse a la aparición o desarrollo de la oruga procesionaria para evitar sus dañinos efectos y mantener nuestros pinos, abetos o cedros en las mejores condiciones.
- Conoce las plagas más comunes de nuestro jardín en este reportaje.