Pese a que no me muero por comerlas, me encanta cultivarlas… y una cosa lleva a la otra… después de desprenderlas fresquitas de la planta, se ven tan bonitas que uno no puede resistirse a pegarles un mordisco. Además, son fáciles de cultivar, toman relativamente poco tiempo (entre dos y tres meses) y no necesitan un suelo demasiado fértil ya que como buena leguminosa, se puede aliar con las bacterias rhizobium para fijar nitrógeno del aire en el suelo. Es decir, dejan el suelo más rico en nutrientes de lo que lo encontraron. Con todos estos beneficios, no hay razón para no cultivarlas.
Las típicas habichuelas o judías son verdes y alargadas pero es impresionante ver la gran variedad de colores, formas y tamaños que existen en realidad. Las hay amarillas, rojas y moradas, también hay alargadas, aplanadas y cilíndricas… mejor dicho, hay para todos los gustos.
Según el tipo de planta, las habichuelas se clasifican en dos:
Arbusto: Son plantas relativamente pequeñas, pueden llegar a medir unos 50 cms de alto y no necesitan soporte para crecer. Sin embargo, en algunos casos es recomendable instalarle un soporte ya que la planta puede ser tan productiva y sus hojas pueden ser tan grandes que el tallo no aguanta el peso y crece a ras de tierra, lo que puede exponer la planta entera a plagas y enfermedades.
Enredaderas: Este tipo de habichuelas necesitan un soporte para crecer ya que no tiene un tallo consolidado sino que produce ramificaciones que se adhieren a lo primero que encuentren. Son altamente productivas y bastaría con un par de plantas para suplir a una familia de cuatro miembros. Yo las he plantado al lado del maíz ya que ambas se benefician entre sí, la habichuela encuentra un soporte en el tallo erguido del maíz y éste a su vez recibe nitrógeno extra de los nódulos de la habichuela. Las enredaderas toman más tiempo en desarollarse que las de arbusto pero son igual de productivas en su época pico.
Siembra
A las leguminosas en general no les gusta que sus raíces sean maltratadas en lo más mínimo y teniendo en cuenta las propiedades tan especiales que tienen para resguardar a las bacterias que fijan el nitrógeno, nadie querría causar el más mínimo daño. Por esto, lo recomendable es sembrar las semillas directamente en el lugar en donde la planta va a crecer. En mi caso, yo tengo que esperar hasta principios de Junio cuando ya ha pasado el riesgo de heladas nocturnas. Luego planto dos baches adicionales cada dos semanas para maximizar mi producción durante el verano. Particularmente me gusta que mi comida sea colorida por lo que trato de plantar variedades de diferentes formas y colores. Este año por ejemplo empecé con las verdes Provider, las amarillas Kentucky Wonder Wax y la Royal Burgundí que como su nombre lo indica, produce una vaina de color vino tinto que aunque desaparece al cocinarla, ofrece un toque de fina coquetería en el paisaje.
Se recomienda plantar las semillas a unos 2 cms de profundidad y separadas entre sí a unos 10 o 15 cms. Se cubren con tierra y se riega constantemente para mantener el suelo húmedo, no encharcado.
Crecimiento
Una vez sembradas las semillas, las plantas no se hacen esperar, germinan en cuestión de un par de días y crecen como si de verdad tuvieran afán de producir. A mí particularmente me encanta ir a la huerta en diferentes momentos del día para ver sus hojas ávidas de sol dirigirse hacia él para no perderlo de vista, como los paneles solares que literalmente son. Las plantas pueden soportar algo de sequía pero es recomendable mantener el suelo húmedo constantemente para garantizar una buena producción.
Las habichuelas o judías pueden ser muy frágiles ante las enfermedades producidas por hongos, los más comúnes son el powdery y el downy mildew. Para minimizar el riesgo, se recomienda regar la tierra temprano en la mañana procurando no mojar demasiado las hojas, con el fin de darles tiempo durante el día de que se sequen. También se recomienda instalar un buen soporte para ayudar al tallo a sostenerse para evitar el contacto directo con el suelo húmedo.
Dependiendo de la variedad las flores empezarán a aparecer en unas 3 o 4 semanas y las habichuelas empezarán a formarse entre la 6ta y 7ma semana.
Cosecha
Las habichuelas empiezan a sobresalir de las flores como unas pequeñas agujitas que día a día crecen tanto en longitud como en espesor. En menos de una semana estarán listas para cosechar. Al principio su textura es aterciopelada y hasta un poco carrasposa pero con el tiempo se va alisando. Una vez han alcanzado el tamaño y el grosor característicos es tiempo de cosechar pero aquí es necesario prestar mucha atención ya que si se dejan demasiado tiempo en la planta empezarán a convertirse en semilla y en ese momento la planta deja de producir habichuelas y concentra su energía en la formación de la semilla. Por lo tanto, el mejor indicador es el color uniforme, una textura menos aterciopelada y más lisa y un cuerpo firme.
Recoger constantemente estimula a la planta a producir más habichuelas así que hay que echarles ojo diariamente.
Se pueden comer inmediatamente, cocidas y en una gran variedad de platos. Si recogemos más de lo que físicamente podemos consumir, se pueden congelar o encurtir para usarlas después.