La judía es originaria de México y América Central. Fue llevada a Europa por los españoles, aclimatándose en este continente a principios del siglo XVI.
La Fasolina o, lo que es lo mismo, la vaina de la judía, es rica en fibras celulósicas, pectinas, taninos y flavonoides que, una vez presentes en el intestino, tienen la propiedad de ralentizar la absorción de azúcares aprisionándolos entre las fibras y actuando sobre determinadas enzimas digestivas para bloquear su actividad.
(Imagen/ Flickr: Herbolario Allium)
Esta ralentización en la asimilación de los glúcidos se utiliza con éxito en los regímenes de adelgazamiento porque permite limitar el aporte calórico y evitar los picos sanguíneos que obligan al organismo a almacenar los elementos nutritivos en forma de reserva adiposa.
Tras la fase de adelgazamiento, la vaina de la judía ayuda a estabilizar el nuevo peso y evita volver a ganar kilos superfluos.
(Imagen/ Flickr: rahego)
Además, es diurética, por lo que favorece la eliminación del exceso de agua de los tejidos que causa los edemas.
En las personas que padecen una diabetes no insulino-dependiente, la vaina de la judía limita y regulariza el paso de los azúcares a la sangre frenando especialmente el pico de hiperglucemia que se produce después de las comidas.
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Fuente: Arkocápsulas / Arkopharma.