Son plantas de finos tallos de mata alta, cuyos frutos son vainas planas y largas que contienen granos que son las semillas.
Aunque se pueden dejar rastreros no es lo más usual ya que sus vainas arrastrarían por el suelo y no es lo más recomendable, ni que rocen con el agua ni que arrastren por el suelo y se pueden estropear.
Sus flores son rosadas y bastantes débiles.
Es un cultivo que se adapta bastante bien al frío y tolera bajas temperaturas, pero las nieblas y los hielos mañaneros hieren bastante las hojas, retrasan su crecimiento y pueden estropear la primera tanda de floración.
No son muy exigentes de riego, pero agradecen más agua en época de cosecha.
Es común entutorarlos con las ramas de los árboles del huerto que se podan. De esta manera los tallos, se van entrelazando unos con otros formando una masa tupida,evitando que el aire pueda tirar al suelo las plantas o partirlas debida a la debilidad de su tallo.
Se siembran en otoño y sus frutos se cosechan en primavera.
Como planta perteneciente a las leguminosas, es bueno sembrarla para abonar el suelo, ya que sus raíces fijan el hidrógeno al suelo abonándolo.
Una posible plaga que les puede afectar es el pulgón negro.
Cuando acaba la temporada se pueden dejar algunas vainas para que se hagan grandes y se sequen en la mata, recogiendo los granos de las mismas para guardar semillas.
Se consumen en fresco, sin dejar secar la semilla, cuando la vaina está grande pero no han engordado mucho los granos.
La receta más típica es hacerlos cocidos y consumirlos sujetando el rabito de la vaina con la punta de los dedos, e introducir la vaina en la boca. Se va tirando del rabito mientras con los dientes se va mordiendo la vaina. De esta manera quedan los hilos de la vaina laterales como desecho, ya que estos no se consumen.