Aunque no son muchos los níscalos que encontramos y sabiendo que la temporada de setas no tardará mucho en acabarse, las condiciones meteorológicas de agosto y septiembre han facilitado la aparición de algunos Lactarius deliciosus en los pinares de cotas bajas por Guadalajara.
Hace unos días fui a probar suerte a mis rodales habituales, ya que había llovido semanas antes y el clima se prestaba perfecto para ellos; pero nada, la lluvia no había sido suficiente para dejarlos aflorar.
Volvió a llover hace pocos días y decidí aventurarme de nuevo a una zona en la que desconocía si había níscalos o no. Me adentré en un pinar y nada más bajar del coche, empecé a ver varias especies de setas desconocidas para mí y dije “si hay setas malas, tienen que estar los níscalos esperándome”. Y efectivamente, a escasos metros del coche, empecé a ver los primeros ejemplares. Eran hermosos, sanos y de los que nos gustan: los naranjitas. Por esta zona hay de los dos tipos: Lactarius deliciosus y Lactarius sanguifluus.
Como más me gustan los níscalos son asados a la lumbre y aderezados con sal y ajilimoje (mezcla de aceite de oliva, ajo y perejil bien picadito; todo macerado); en mi nevera siempre tenemos porque aderezamos la carne y las patatas fritas con esta deliciosa mezcla.
Un buen transporte para las setas son las cestas de mimbre. Usándolas, dejaremos que algunas esporas caigan al bosque formando nuevos micelios. ¡Nada de bolsas de plástico o cubos! No hace falta decir, que cuando vayas al bosque no dejes residuos. Me gusta disfrutar del entono sin ver tu basura.
Fuente: este post proviene de Cesta y Setas, donde puedes consultar el contenido original.
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